El cómico italiano Leo Bassi regresa a Lanzarote con el espectáculo The best of Bassi, en el que hace un recorrido a lo largo de su carrera y sus numerosos proyectos, un espectáculo para golpear al público en sus emociones y entusiasmarlo.
Es amado y odiado por su estilo provocador, heredero de una estirpe de payasos que hizo de la risa un arma pacífica para el cambio. En 1849, el primer Bassi se subía a los escenarios y Leo Bassi pertenece a la sexta generación de esta familia, la primera en toda la historia filmada por los hermanos Lumière.
Debutó en el circo siendo un niño de tan sólo 7 años. ¿Cómo fueron sus comienzos?
Para mí era como algo orgánico y normal. Nací en una familia circense y toda mi infancia la pasé en los camerinos, viajando, en las carpas… entonces cuando un día mi madre me dice “te vas a poner este traje de Aladino y vas a entrar con nosotros en el escenario”. Me pareció todo normal, nada fuera del mundo y desde entonces no he parado. Vengo de una antigua tradición y era la cosa más normal del mundo estar detrás de los escenarios con mis padres mientras ellos se maquillaban, preparando sus mazas y sus pelotas, en casa hablando sobre el espectáculo o también mi abuelo contando historias del pasado. No fue un gran salto pasar a formar parte del espectáculo porque mi vida estaba totalmente centrada en eso.
Con el tiempo se han reducido mucho los espectáculos de circo. ¿Cómo valora esta situación y a qué cree que se debe?
Sí, del todo. Hay que pensar que hace cien años, o un poco más, no existía nada de lo que es el espectáculo de hoy, es decir, cine, radio, televisión, internet… entonces la vida de la gente normal era que cuando llegaba la noche y había poca luz, algunas personas contaban historias en familia, entre ellos. Pero llegaba el circo con una carpa gigantesca con artistas extranjeros y gente que había viajado por todo el mundo. Y eso tenía un peso, una fuerza, un impacto sobre la sociedad que hoy en día no tiene. Lo que se ve hoy de los circos es realmente la decadencia del circo y un ejemplo es el Cirque du Solei (Circo del Sol) que se ha convertido en el McDonald’s del circo, que trabaja más bien sobre la imagen y no sobre el fondo y el espíritu. El circo da muchísimas cosas y los espectáculos llegaban a ser una utopía política o la oportunidad de viajar para mucha gente de clase obrera que no podían y veían en el circo la oportunidad de ver el mundo con los artistas que venían del extranjero.
¿Cree que llegará a desaparecer el circo?
Todo lo mágico del circo ha desaparecido. El Cirque du Solei no respeta el ritmo con sorpresas del auténtico circo. Por ejemplo, el programa de televisión “El Hormiguero”, en mi opinión, tiene mucho ritmo de circo con esos experimentos, hablando con estrellas venidos del extranjero… Pero, evidentemente, nunca llegará al verdadero impacto de un lugar como era la carpa de un circo.
Su abuelo, Jimmy Wheeler, fue uno de los pioneros de la comedia en televisión. Sin embargo, y en su opinión, ¿no cree que la televisión ha perjudicado al circo?
No se puede parar el desarrollo de la tecnología, de la ciencia. Internet es algo que cuando yo empecé era inimaginable que pudiera existir un sistema de comunicación así, pero a mí me encanta y lo utilizo mucho. Lo que trato de decir es que no soy contrario al cambio y uso de la técnica en nuestras vidas. Esto hace que se pierdan unas cosas y que intentemos reconquistar al público utilizando estos nuevos espacios. Está claro que las nuevas técnicas no pueden dar el contacto directo con el público ni es lo mismo ver un espectáculo directamente que por televisión. Yo he visto como a mi abuelo en televisión la gente lo empezaba a mirar, con complicidad, si también podía utilizarlo como espacio político y de libertad. Y es lo que yo he intentado hacer toda mi vida: intentar y mantener un espíritu que mis padres me habían dado pero en un contexto totalmente diferente, con una realidad que no tiene nada que ver con la realidad de antes.
Usted también ha sido y es partícipe de programas de televisión. En nuestro país le recordamos en programas como Lo+Plus o Crónicas Marcianas. ¿Cómo surgió su aparición en la televisión de España?
Un poco por lo que te comentaba anteriormente. Yo antes de llegar a España ya en Italia, también en Alemania, veía que el público dejaba de ir al circo y estaban en sus casas viendo la televisión y cómo podía un bufón, un payaso, pasar de la pista y entrar en un estudio e intentar no perder sus provocaciones. Y a mí siempre me ha gustado la cultura española, de niño he viajado mucho con el circo y me gustaba el ambiente de este país. Seguí con mi vida y busqué la manera de volver a España con la misma propuesta con la que ya había hecho en la televisión de otros países, con el espíritu provocador de los bufones o los payasos y ponerlo en un estudio. Y la verdad es que ha funcionado muy bien.
¿Tiene alguna propuesta para ser colaborador en algún programa televisivo?
En los últimos años he dado menos importancia a mis apariciones en televisión pero ahora me están saliendo nuevas propuestas como en Sopa de Gansos, Alaska y Segura o El Hormiguero que comenzaré con una sección.
En Lanzarote representará el espectáculo B.O.B. (Best of Bassi) ¿Qué se va a encontrar el público? ¿Es la reinvención de algunos de sus trabajos ya realizados?
El título ya lo dice, es lo que yo considero que ha sido lo mejor de mi trayectoria. Hay cosas que tienen diez años y otras diez días, cosas muy recientes o incluso que no he hecho en escenario antes. Es la oportunidad de ver qué cosas me han gustado más a mí mismo, no es tanto lo que más ha gustado al público sino lo que a mí me gusta hacer, como yo quiero ser recordado. Entonces hay cosas muy provocadoras, porque a mí me encanta, pero también reflexiones filosóficas, anécdotas, monólogos que hablan de la espiritualidad. Porque yo no tengo miedo, los payasos no tienen miedo de hablar al público sobre un gran abanico de cosas que no solo hace reír al público sino también llorar o pensar. Este espectáculo es el mejor para el que no conozca a Leo Bassi porque van a ver muchos aspectos de lo que yo puedo hacer sobre el escenario.
En la isla le conocemos por participar en el año 2004 con su BassiBus recorriendo la isla en una acción de protesta por una carretera. ¿Por qué esta forma de hacer humor y protesta?
Exacto. Esa oportunidad surgió por una invitación de la Fundación César Manrique. Un bufón no es sólo un cómico sobre el escenario. Tenía una posición política y he querido, y quiero, mantener esta libertad y decir lo que quiero en el momento que quiero. A mí me gusta mucho la naturaleza y me ha llamado mucho la atención el interés que César Manrique tenía para llevar la cultura y el arte a la naturaleza e intentar ver si hay una armonía posible con el efecto humano. Y eso en una isla como Lanzarote, que es preciosa, de contrastes impactantes y mágica por sus volcanes, que la gente no olvida, y me piden defender una parte de la isla porque unos imbéciles, por dinero, poder, intentaban poner carreteras en un lugar que tenía que ser protegido, naturalmente que acepté y de manera altruista, por querer tener una posición coherente con mis ideas y mis acciones.
Ha realizado varios espectáculos criticando a la religión e incluso ha llegado a comentar que la derecha política junto a los empresarios y la propia religión, tienen a la población domesticada. ¿Somos realmente una sociedad acomodada a lo que nos imponen? ¿Somos conformistas?
Sí. No es fácil tener una actitud de intentar ser libre, es más fácil abdicar su libertad y seguir al más poderoso. Por eso también el bufón es una persona que está ahí intentando recordar a la gente que hay que luchar por su dignidad si no los que se aprovechan del sistema, los que quieren el poder, no tienen límites, van a querer siempre más y más y tu libertad va a ser siempre más pequeña. Entonces, hay un momento donde hay que luchar pero… ¿luchar contra qué?.
No sólo contra el poder sino contra la hipocresía y la mentira. Una de las grandes mentiras, por ejemplo, de la Iglesia cristiana, en nombre de un Dios del amor, de los pobres y los humildes… y ves que este mensaje de paz y de amor humano está al lado de la casta, amigos de los políticos más corruptos, los más hipócritas, con los banqueros más corruptos y esto a mí me escandaliza. Muchas veces me dicen “usted es un provocador” pero yo creo que soy una persona centrado en mis provocaciones, la gente, mi acción, que en vez de sentir miedo me dan ganas de reír y demostrar mi indignación contando chistes, bromas y riéndome de la situación y de esta manera quitar el miedo de la corrupción, miedo del poder, porque esta gente que sigue ahí y se acomoda es porque tienen miedo de ellos. Y son ellos, los que tienen el poder, los que necesitan sentir miedo. El Gran Wyoming, en su programa “El intermedio”, es fantástico, cada día saca recursos y humilla a los que tienen el poder. Lo veo como un grandísimo bufón, muy de los bufones medievales, y lo que hace es quitar el miedo a criticar, quitar el miedo de decir las cosas.
Usted es bastante crítico en muchos aspectos y ha sido amenazado por ello. ¿No tiene miedo a sufrir algún nuevo ataque?
Me han puesto una bomba al lado de mi camerino en el Teatro Alfil en el 2006, insultos por la calle o denuncias. Me ha denunciado una organización de la iglesia católica por haber dicho que bajo la Catedral de Santiago de Compostela había un lugar de culto de los druidas. Yo he dicho esto en mi espectáculo y un grupo se ha sentido ofendido y un juez ha aceptado la querella contra mí. Menos mal que otro juez más inteligente ha cerrado el caso. Me han obstaculizado constantemente pero no me asustan y además forma parte de la condición del bufón que hay que arriesgar y no es fácil decir la verdad. Quiero que el público que viene a ver mis espectáculos sea consciente que los textos los he escrito yo, no hay censura, digo lo que pienso.
Desgraciadamente tenemos muy reciente la tragedia de Charlie Hebdo, lo que nos hace pensar que el humor, en cierta forma, hace mucho daño. ¿Hay un límite en el humor y la provocación?
Para mí el límite es lo que hace reír, porque si censuran a un cómico censuran a las miles de personas que se ríen. Cuando censuran al Charlie Hebdo censuran también a las personas que lo compran cada semana. De la misma manera que cuando me han puesto la bomba por el espectáculo “La revelación”, que ha tenido ciento veinte mil espectadores, no sólo han puesto la bomba contra mí sino que, aunque simbólicamente, han puesto esa bomba a ciento veinte mil personas que se han descojonado de risa con mis chistes. Y en esto siento que también tengo un deber de estar a la altura del público que espera estas cosas de mí. En mi caso y en el caso de muchos cómicos el público tiene ganas de oír verdades y el cómico tiene la responsabilidad frente a su público de no tener miedo y de mantener la posibilidad al espectador de escuchar lo que quiere sin censura. En España, por ejemplo, tenemos la revista Mongolia que van muy lejos sus críticas, son muy amigos míos. Pero hay muchísima gente contenta que cada mañana son más felices porque saben que hay alguien que hace estas cosas y que se pueden decir las cosas sin miedo. Entonces el límite es la responsabilidad que tiene el creador frente a su público.
Después del atentado se generó cierto debate sobre si podemos reírnos, o no, de absolutamente todo. ¿Cuál es su posición?
Desde el momento que entretienes al público. Ahora yo creo que también si nadie hubiera comprado el Charlie Hebdo, en esta sociedad capitalista, no se podría publicar una revista cada semana sin compradores, sin público, pero desde el momento que tú lo publicas o haces un espectáculo y miles de personas vienen a verlo, igual hay mucha más gente que se sienten ofendidos, pero si empezamos a hacer cosas sólo por el más bajo común denominador, sin ánimo de molestar a nadie, ya no lo hará nada. Y además, por ejemplo, a mi me molesta mucho que intenten decir a los niños que existe un Dios en el cielo o que follar es malo. Pero yo no voy a impedir a la gente que lo haga. Yo para eso hago un espectáculo donde me río de todo esto. Nunca he entrado en una iglesia intentando cerrar la puerta o quemarla. Vivo a treinta metros de una iglesia, paso por delante cada día y nunca me han dado ganas de entrar. El que quiere entrar viene a ver mis espectáculos y escuchar lo que yo digo. Eso se llama libertad de expresión.
Entonces, ¿somos las personas las que no entendemos el humor? ¿No sabe la sociedad reírse de sus propios defectos?
Esto es una cosa que los cómicos llevan siglos intentando hacer. Si tu de verdad dices cosas y la gente se descojona de risa, incluso las personas que están contra ello terminan contagiados de esas ganas de reír. Pero no hay solución, milagro o varita mágica y existirá siempre gente que no llegue a entender los chistes y cosas que no les interesa. Pero eso es pluralismo, a mí no me gustaría que a todo el mundo le gustaran todos mis chistes, necesito gente que me critique, incluso gente que me insulte, pero no que me pongan bombas, para también tener dudas y a lo mejor corregir, a lo mejor mis chistes no son tan buenos y puedo ser mejor. Me gusta ser criticado porque me permite mejorar mi propio humor.
El Gobierno ha aprobado recientemente una nueva Ley sobre protección y seguridad ciudadana, conocida como Ley Mordaza. ¿Tanto ha cambiado la sociedad como para prohibirnos incluso el derecho a manifestarnos públicamente?
Sí. Esta ley es muy mala. Por ejemplo, el hecho de no poder tomar fotos en las manifestaciones, hoy en día todos tenemos teléfonos móviles y podemos hacer una foto y mandarla inmediatamente. Es porque la policía puede tener miedo de sus acciones. Bien, se borran las caras de los policías, que sean anónimos, pero que se vean sus acciones. Ellos mismos tienen vergüenza de las cosas que hacen y no quieren que la gente vea. Es uno de los aspectos de esta ley que es muy mala, contraria a la realidad de nuestro mundo que es más abierto a la libre información. Es una ley retrógrada que va en contra del flujo de la historia. Es inaudito y creo que este partido político que ha aprobado esta ley lo va a pagar muy caro en las urnas.
Y ahora que estamos en plena campaña electoral, usted ya había creado el partido político HC (Hasta los Cojones). ¿No ha pensado en dedicarse seriamente a la política?
Me anticipé a los indignados. Conozco personalmente a Pablo Iglesias, antes de la formación de Podemos, y soy muy cercano al movimiento del 15M. Ada Colau, que a lo mejor va a salir como futura alcaldesa de Barcelona, trabajaba conmigo cuando hacía el BassiBus, entre 2005 y 2006, era mi jefa de información. Estoy muy orgulloso que, como bufón, en cierta manera he edificado lo que está ahora mismo en la realidad política de las próximas elecciones. Yo, la verdad, veo más sentido si soy útil intentando concienciar a la gente porque soy una persona muy desorganizada y si me dedicase a la política sería un desastre, no llegaría a las reuniones. Mi manera de participar en la política es provocar, crear situaciones e intentar hacer caer a esta casta, a esta gente sin vergüenza que gobierna.
También ha creado su propia iglesia. ¿Cuál es el objetivo de su Iglesia Patólica? ¿En qué consiste?
Esto es muy importante para mí. En Madrid he cogido un local y lo he transformado en una capilla, todo en oro, y cada domingo, cuando puedo, hago mis misas y creo que he tenido yo más gente que la catedral de Madrid. Con mucho público joven y misas humanistas, laicas, intentando despertar conciencias y hablando de historia también, contando cosas que la historia oficial no te cuenta, que ha sido olvidado o eliminado. Ahora he realizado en Galicia “La gran misa Patólica” en versión teatral y espero volver a Canarias con este espectáculo.
En pocas palabras:
Un lugar: La Graciosa
Una comida: Cualquier cosa con pescado
Un color: Amarillo
Un libro: La invención del pueblo judío, del historiador israelí Shlomo Sand
Una frase: La religión es algo verdadero para el pueblo, falso para los sabios y útil para el poder, de Séneca
Una película: Tiempos modernos, de Charles Chaplin
Un personaje: Juliano el Apóstata, emperador romano del siglo IV
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