Guía de Ocio y Cultura | Septiembre 2022

Guía de Ocio y Cultura | Septiembre 2022

El placer del “último minuto”

Paradojas de la vida es el cómputo del tiempo. Lo tenemos y disponemos de él a nuestro antojo. Y, sin embargo, lo echamos en falta. No nos pertenece. ¿O sí? En realidad, lo único que realmente nos pertenece mientras vivimos es nuestro tiempo. Incluso aquellas personas que nada tienen, lo poseen.

Ya decía Napoleón, “puedes pedirme cualquier cosa que quieras, excepto tiempo”, y es que él mismo valoraba el tiempo por encima de todas las cosas.

Vivimos inmersos en estresantes rutinas que no dejan hueco para valorar y emplear el tiempo en vivir al máximo. De hecho, ¿qué otra cosa hay más valiosa que el tiempo? De nada sirve ser inmensamente rico si se nos acaba el tiempo, si lo dejamos perderse sin vivirlo.

¡Acabemos con los relojes para que no lean y consuman nuestro tiempo!

Pero… llegó el mes de septiembre y todos nos preguntamos qué ha pasado para que de repente haya tanta progra- mación cultural. Antes echábamos en falta más eventos culturales, pero de pronto se ha abierto el melón y ahora no disponemos de suficiente tiempo para abarcar tanta actividad frenética.

Regresaron las actuaciones gratuitas por doquier, como antaño. Y se escucha, como respuesta, la recurrente y trivial frase: “es que hay elecciones”. Y se abre de nuevo el debate de la gratuidad de la cultura.

Cuando Mass Cultura nació allá por el año 2007 con esa fuerza reivindicadora que otorga la libertad de expresión, no era precisamente para demandar la gratuidad de los eventos. Defendíamos la cultura como una fórmula para avanzar. Para continuar con el legado patrimonial y evolutivo de toda comunidad. Pedíamos más calidad y más cantidad, pero otorgando y reconociendo siempre el trabajo y el propio valor de cada actividad. Se le confirió “valor” a la cultura: la cultura era un bien de primera necesidad.

Y es que esta política de gratuidad podría afectar, no al consumo (que lo incrementa), pero sí a la producción, pudiendo desembocar en una controversia de intereses económicos perjudicando a las pequeñas productoras o industrias culturales locales para favorecer a las grandes productoras externas.

Partiendo de la base de que el acceso a la cultura debe ser universal, igualitario, libre y de fácil disposición, habría que replantearse de nuevo hacia dónde nos conduce esta política. La aplicación del valor no debiera ser meramente económica. Habrá que rascarse la cabeza para ofrecer ese incremento de valor manteniendo y favoreciendo la accesibilidad a la cultura.

Una aproximación y modelo similar como punto de partida para analizarse podría ser el denominado Bono Cultural Joven, una ayuda directa de 400 euros a quienes cumplen 18 años en este año para adquirir y disfrutar de productos y actividades culturales. Podría ser un buen acicate para dar a conocer, reconocer y valorar el tejido cultural entre los más jóvenes. Una invitación para reflexionar y solucionar, desde ya, las posibles grietas que pudieran fragmentar de nuevo al ya lastimado sector cultural. Ahí dejamos el debate para su reflexión colectiva.

De momento, aprovechen de toda esta marabunta de eventos y planifiquen bien su tiempo para sacarle el máximo provecho.

Aunque para los eternos románticos, siempre nos quedará el mágico placer del “último minuto” para disfrutar de esas experiencias que se nos querían escapar…

¡Disfruten de la cultura en todo su esplendor!