40 años del Mercadillo de Teguise: historia viva de los domingos en La Villa
Redacción Mass Cultura
En enero de 1985, una noticia se hacía un pequeño hueco en la prensa local: “La Corporación teguiseña tiene la intención de adjudicar una zona del casco de La Villa para la instalación de un mercadillo de quita y pon. En éste podrán concurrir los vendedores ambulantes, agricultores, ganaderos y todas aquellas personas que tengan algo que ofrecer. El mercadillo, que se abrirá los domingos por la mañana, dará un colorido especial a las calles de La Villa, ya que se espera que lo visiten turistas y el personal de Lanzarote”.
César Manrique y Pepe Dámaso paseaban entre los puestos en sus inicios, y hoy es uno de los enclaves turísticos más populares de la isla
Dos meses después ese anuncio se hacía realidad y a finales de marzo, la noticia ya no era un breve, sino un reportaje a página entera, dando cuenta del “atractivo” en el que se había convertido ese mercadillo instalado en las inmediaciones de la plaza municipal de Teguise. Unas 2.000 personas lo visitaban cada semana en aquellos inicios, y en abril se captaron imágenes de César Manrique paseando por sus puestos junto a Pepe Dámaso.
En mayo, ante una afluencia creciente de público, el responsable de la empresa Transportes Lanzarote adelantaba que estaban estudiando “la posibilidad de mandar un vehículo para los domingos y realizar dos o tres viajes de ida y vuelta”; y en julio hasta se anunciaba la convocatoria de un certamen de elección de Miss Mercadillo, dentro de las fiestas del Carmen de Teguise.

De eso han pasado ya cuatro décadas y el Mercadillo de Teguise celebra su 40 aniversario con una media de unos 10.000 visitantes cada domingo, que en temporada alta pueden llegar a los 14.000. Hoy son en su mayoría turistas, para los que este mercadillo es casi una cita obligada. Ya no acude cada semana una delegación de La Graciosa con sus vestimentas típicas ofreciendo sus productos y pescado fresco de la octava isla; ni predominan los puestos de frutas, verduras, vinos y jareas; pero quienes sí siguen allí son los artesanos de la isla, que conviven con puestos de souvenirs, con una inmensa oferta de prendas de vestir y complementos o con distintos productos de aloe vera.
Cuna de artesanos
Margarita ha vivido la evolución del Mercadillo de Teguise como testigo directo casi desde sus inicios, ya que lleva 36 años acudiendo cada semana. “Mi hija tiene ahora 44 años y tenía 8 cuando empecé”, recuerda para hacer memoria. De hecho, fue aquella niña quien la convenció para empezar.
“Yo soy pintora y a las dos nos gustaba la artesanía, y cuando un amigo abrió un puesto me preguntó si no quería hacer cositas para venderlas. Yo tenía mi trabajo en una empresa pero mi hija me decía: Sí, mami, venga”, relata. Así empezó a elaborar piezas y él a venderlas, acompañado cada domingo por la hija de Margarita. “Cuanto más vendía más se entusiasmaba, hasta que al final mi amigo se fue del mercadillo y mi hija me dijo: Mamá, nos quedamos nosotras”. Y la convenció.
“Antes daba igual lo que pusieras, que se vendía”, recuerda Margarita, que lleva 36 años con su puesto en el mercadillo de Teguise
“Me cambió la vida totalmente”, confiesa. En ese momento mantuvo su trabajo, y el puesto de los domingos en el mercadillo le aportaba unos ingresos extra, pero con el tiempo decidió apostar aún más. “Un día dije: Se acabó, ya no trabajo más. Me voy a dedicar a hacer esto, que es lo que me gusta. Prefiero gastar menos y vivir un poco más”.
La afluencia de visitantes se ha multiplicado por cinco desde que ella empezó, pero Margarita cree que no se ha notado tanto. “Siempre ha habido muchísima gente. Antes daba igual lo que pusieras, que se vendía. La gente hacía fila para comprar”, recuerda. Ahora, aunque hay más turistas, afirma que las ventas se han reducido, porque “la calidad del turismo ha bajado muchísimo desde que pusieron el todo incluido”.
En su caso trabaja sobre todo con arena, pero también compra y acondiciona otros objetos a los que da su sello personal. Como artesana, lamenta que en muchos puestos tienen la misma mercancía, y también echa de menos algunas mejoras, pero cada domingo acude a Teguise para mostrar sus creaciones en un puesto decorado con esmero.
“Hago lo que amo”
Viviana también es artesana y solo lleva tres años en el Mercadillo de La Villa. Aunque no es fácil entrar, a ella le traspasó la licencia su hermana, cuando decidió regresar a Italia, su país natal. Las dos comparten oficio y se dedican a la joyería, y Viviana continuó sus pasos en Teguise.
“Estoy muy satisfecha porque hago lo que amo y me va bien”, señala. En el Mercadillo, celebra que su puesto está junto a los de otros artesanos, en una zona que ellos mismos han señalizado. “Aquí estamos en una zona más protegida. Yo tengo al lado una artesana que también es joyera y me encanta, porque nos ayudamos entre nosotros. Prefiero competir con un artesano que trabaja como yo, en lugar de tener al lado cosas de uno o dos euros”, afirma.
Desde una de las firma de artesanía que se encuentran dispersas entre otros puestos, también apuntan que todos los artesanos deberían estar juntos, aunque aún así creen que su ubicación es buena, porque es zona de paso obligado. Respecto a las ventas y la diferencia de precios con sus “vecinos”, no les preocupa: “Depende de la calidad que ofrece cada uno”, afirman. Además, defienden el gran escaparate que supone el Mercadillo de La Villa, ya que con ese puesto también acuden a Playa Blanca y dicen que “no hay color” en cuanto a la afluencia de público y a las ventas.

Cambio de ubicación
Uno de los cambios que ha atravesado el Mercadillo de Teguise desde su nacimiento está en la ubicación. Primero, extendiéndose desde esa plaza municipal por otras calles del pueblo y, más tarde, concentrándose en una misma zona a la salida del casco histórico. Ese último cambio llegó con la pandemia. Cuando los vendedores pudieron volver a sus puestos tras terminar el estado de alarma, fueron agrupados ahí como medida de seguridad frente a la Covid.
Después, el cambio llegó para quedarse, sobre todo para dar respuesta a las quejas de los vecinos, que no siempre veían con buenos ojos ese despliegue cada domingo en medio de las calles más céntricas de la localidad. “Antes estaba muy bonito por todo el pueblo, pero entiendo que a los vecinos les pueda molestar; y para nosotros está bien que nos pusieran aquí atrás, porque el mercadillo está muy recogido, estamos todos juntos y la gente no se dispersa”, apunta Margarita.
Aunque ha cambiado de ubicación y el perfil de visitante no es el mismo, el mercadillo sigue siendo un escaparate clave para la artesanía local
También Lucía, que lleva cinco años acudiendo al Mercadillo de La Villa y doce como vendedora ambulante, comparte esa opinión. “Va a criterio de cada uno, pero creo que para el pueblo es mejor, porque se disfruta más. El circuito de los puestos no ha quedado mal y estamos más concentrados”, señala. “La verdad es que es un Mercadillo atractivo. En comparación con mercados de otros sitios, Lanzarote tiene artículos muy interesantes. Casi todos los clientes dicen que hay cosas súper bonitas y, sobre todo, diferentes”.
Dinamizador de la localidad
Aunque ha habido que ir armonizando la convivencia con los vecinos, no cabe duda de que el Mercadillo dinamiza toda la localidad. El concejal del área, Eugenio Robayna, resalta que el municipio recibió alrededor de 2.200.000 turistas en 2024 gracias al impulso que supone este espacio. “Gracias al Mercadillo, el casco histórico de La Villa no se ha quedado en el olvido. Mucha gente ha invertido en las casas viejas, que muchas veces se quedan en la ruina cuando fallecen los dueños porque hay que hacer muchas inversiones y conseguir permisos de Patrimonio, pero aquí se han convertido en locales comerciales, en cafetería, en restaurantes, en tiendas…”, señala.
Robayna siempre ha vivido en el casco de La Villa y aún recuerda la primera vez que se encontró con el Mercadillo dentro de la plaza. “Fue una idea que tuvo Matías Curbelo y lo creó con Dimas Martín. Empezaron 10 puestos pero después eran 20, 30, 40… hasta llegar a más de 400. Era otra época pero los primeros turistas y la gente de Lanzarote subía a La Villa y era un sitio de ocio”, evoca.

Hoy, defiende que es el segundo mercado al aire libre más grande de España y uno de los más importantes de Europa. “Lo supera el rastro de Madrid, pero al aire libre en España no hay ninguno mayor. Y en Canarias no hay otro sitio que tú entres a las 10 de la mañana, a las 11 o a las 2 y media de la tarde y encuentres tanta gente caminando junta por un mismo sitio”.
Además, también destaca la evolución que ha tenido el Mercadillo: “Tiene 40 años de historia, pero nos hemos ido modernizando”. Entre otras cosas subraya las mejoras que ha supuesto la reciente adjudicación de la gestión de este espacio a una empresa privada, lo que les ha permitido destinar más personal a servicios como la señalización, la limpieza y la vigilancia.
“Hemos hecho muchas inversiones. Hemos peatonalizado el casco histórico, lo hemos reparado… Y todo eso ha hecho que los turistas no solo vayan los domingos a Teguise, sino también entre semana, porque hay mucho negocio y mucho comercio”, apunta. Incluso los vecinos que disponían de pequeños enarenados en las inmediaciones se benefician del mercadillo, convirtiéndolos en aparcamientos cada domingo. “Sacan su dinerito para pagar los estudios a los hijos o para sobrevivir, y la verdad que está muy bien”, sostiene Robayna, que insiste en la economía que mueve, también en el sector del transporte.
En el Mercadillo conviven además un crisol de nacionalidades, que se refleja en el perfil de cada puesto. Por ejemplo, en el colorido de las telas de Senegal plasmado en camisas, bolsos y sombreros. “Hay días que las ventas van bien y otros son flojitos”, afirma el responsable de uno de esos puestos, que hasta hace unos meses vendía sus productos en Fuerteventura, hasta que consiguió entrar en el Mercadillo de Teguise. Lo que sí responde con rotundidad es que “aquí vienen más turistas”. Y es que si en algo coinciden todos es en el gran escaparate que supone este Mercadillo, que cumple 40 años de historia como uno de los símbolos más reconocidos de la isla.

Homenaje, música y actividades con motivo del aniversario
La Casa Museo del Timple acogió el pasado 18 de julio un acto con motivo del aniversario del Mercadillo de Teguise, para rendir homenaje a los alcaldes y responsables públicos que han contribuido a su consolidación desde su fundación en 1985.
El evento reconoció la trayectoria de exalcaldes como Dimas Martín, José Dimas Martín, Juan Pedro Hernández y Oswaldo Betancort, así como de la actual alcaldesa, Olivia Duque, y sirvió también para destacar el papel de figuras clave como Matías Curbelo, Suso Cabrera y Antonio Cabrera, impulsores del proyecto desde sus inicios.
Durante el acto institucional, los exalcaldes subrayaron los avances logrados en materia de modernización, reorganización de espacios, seguridad, digitalización y refuerzo del personal, que “han permitido que el mercadillo se adapte a los nuevos tiempos sin perder su esencia, consolidándose como una experiencia de calidad tanto para residentes como para visitantes”.
El homenaje a los alcaldes forma parte del programa de celebraciones organizado por el Ayuntamiento de Teguise con motivo de este aniversario, que comenzó el pasado 16 de marzo con la actuación de Los Diabletes de Teguise y de comparsas y batucadas; y desde entonces se han ido sucediendo otras citas especiales, como la que se celebró el pasado 27 de julio.
“Todos los domingos estamos haciendo actuaciones musicales en el mercadillo o alguna actividad cultural, lúdica o de show cooking”, afirma el concejal del área, Eugenio Robayna, que señala que esas actividades continuarán durante todo el año, para animar aún más los domingos de La Villa y celebrar las cuatro décadas de vida de su mercadillo.
Revista Mensual de Ocio y Cultura de Lanzarote — Agosto 2025
