- Fanzines, Estado de Independencia. Publicaciones a base de fotocopias fueron el origen del cómic más radical y la vía para poner en contacto a autores y lectores declarados en rebeldía
Por Noé Ramón, Reportaje
El origen del cómic más radical
Los fanzines han permitido canalizar las tendencias más radicales de los cómics y ser una eficaz manera de que los autores puedan dar a conocer su trabajo y llegar a lectores que demandan otro tipo de historias a las habituales. Prácticamente todos los dibujantes más conocidos han recurrido y recurren aún a este formato basado en fotocopias y poco más, por lo atractivo y eficaz que les resulta.
En la actualidad la irrupción de internet ha hecho que casi desaparezcan en papel pero se han multiplicado en progresión geométrica en las redes, quizás con menos provocación pero con más posibilidades de difusión. La práctica totalidad de los autores coinciden en que la época más fructífera tuvo lugar durante los años ochenta en paralelo con la explosión cultural de esos tiempos, aunque también los hubo antes, los hay ahora y seguramente nunca desaparecerán.
Los dibujantes aprecian que les permite trabajar con menos presiones, por lo tanto con plena libertad y además son económicos. Como ejemplo de su supervivencia nombrar los festivales, Festimad y Gráff, Gutter Fe que se centran exclusivamente en estas publicaciones.
Almudena Villar, fanzinera: “Supusieron un medio de divulgación de músicas e ideologías minoritarias”
Para la experta madrileña en fanzines, Almudena Villar, estas publicaciones supusieron un medio de divulgación de músicas e ideologías minoritarias y de hecho colaboró en todos los números de (RIP), -Revista de Intervención Punk según unos o Rabia I Patalea según otros-, que vieron la luz a partir de 1984.
“No solo hablábamos de música, aunque era el principal asunto, también hacíamos crítica de cine, siempre independiente y como todo fanzine que se precie incluímos unas viñetas y una pequeña historieta de cómic”, recuerda.
La autora dice que les gustaba hacer entrevistas a grupos de punk, tanto españoles como ingleses, pero también abarcaban campos como el teatro y en este punto recuerda el artículo que escribieron sobre Fura dels Baus cuando visitaron Madrid por primera vez.
Lógicamente, la edición y maquetación eran muy básicas, rozando lo artesanal y apenas consistía en el corta y pega y la fotocopia. Eso se notaba y se convirtió en su seña de identidad, declaración de intenciones y principal atractivo que sigue ganando con el tiempo.
De la primera mitad de los ochenta recuerda varias publicaciones sobre todo centradas en la música con una vida muy efímera, pero cuyos nombres le resultan inolvidables: Ediciones Moulinsart, 96 Lágrimas, La Pluma Eléctrica, Mental (de los hermanos Teruel) o Penetración, más centrado en el movimiento okupa.
Pero hay más títulos como El Embajador o El Aberración de la historietista Marta Guerrero, el Rockokó con fotografías de Miguel Trillo, cuyo formato casi invariablemente era el de cuartilla aunque también se utilizaba el folio simplemente porque era más fácil de encuadernar.
Villar indica que fue muy común hacer los envíos por correo -desde luego no electrónicos- para intercambiar ideas y publicaciones, al igual que ocurría con los cassettes en los que se grababan las maquetas, cuyo sonido era igual de rudimentario y rompedor a la vez.
En la segunda mitad de los ochenta y primera de los noventa la corriente fanzinera derivó hacia el movimiento okupa y el hardcore pero ya entonces Villar se alejó un tanto de este mundo. Indica que en el centro social La Enredadera de su barrio, Tetuán hay una fanzinoteca “impresionante” que abarca tanto la época en la que ella estuvo más activa como las posteriores que se diferenciaron en ser “más oscuras”.
Sergi Puyol, dibujante: “Me permitieron publicar cuando era imposible hacerlo en una editorial”
El dibujante catalán Sergi Puyol cree que los fanzines han jugado un papel básico para el desarrollo de lo que denomina “subculturas y políticas alternativas”, en cuanto que “dan rienda suelta a la creatividad y expresión artística y política menos mainstream”.
Su involucración se ha centrado en los que se ocupaban del mundo del cómic y por lo tanto “me permitieron en su momento publicar de alguna manera cuando no tenía tan claro, incluso parecía imposible, que pudiera hacerlo en una editorial”. Una vez consolidada su carrera dice que “siempre he seguido haciendo fanzines porque también me permiten experimentar con el medio y dibujar con menos presión”.
Antes del 2000 era aficionado a aquellos cuyo contenido giraba sobre la música, punk, mods, indie, cine de terror “y cosas así”. Por ejemplo, de los años setenta considera como “muy precursor” del movimiento El Víbora o El Rrollo Enmascarado, con autores que luego tuvieron gran trascendencia como Nazario o Mariscal.
En los dos mil empezó a adquirir números de Fanzine Enfermo, Argh, Lunettes… publicaciones que califica de “muy locales”. Resalta a otros autores como Conxita Herrero, Ana Galvañ, Irkus Zeberio, Gabriel Corbera, hasta sumar un largo número y también otros más europeos como los elaborados por Sammy Stein o Alexis Beauclair. Y en cuanto a los de EEUU, los de C.F., “me volvían loco”, confiesa.
Guille Martínez-Vela: “Durante mucho tiempo han sido el único medio asequible para canalizar las ganas de expresarse por escrito y en dibujos”
El que fue director de una de las pocas revistas que han conseguido sobrevivir y tener implantación en España como es El Jueves, indica que este tipo de publicaciones a base de fotocopias “han permitido que cualquier persona con muchas ganas y pocos recursos pueda publicar”.
“Durante mucho tiempo los fanzines han sido el único medio asequible y popular para canalizar las ganas de expresarse por escrito y en dibujos. Si querías que te leyesen y los canales convencionales no te abrían sus puertas, no te quedaba otra que montártelo por tu cuenta sacando tu fanzine”.
En su caso comenzó a colaborar en Los Miserables que sacaba junto a unos amigos del instituto, con fotocopias en blanco y negro y grapado a mano para luego venderlo a las personas de su círculo más cercano y distribuirlo en tiendas de Barcelona. El número cinco salió a la calle coincidiendo con un Salón del Cómic de la capital catalana en la que llegaron a alquilar un “modesto” stand donde consiguieron vender toda una tirada.
“Considero que mi etapa fanzinera fue mi primera gran escuela de cómic. Todos los pasos que he podido dar a continuación tienen como cimiento aquellos primeros años”.
Recuerda con cariño los elaborados con fotocopias que llevaban nombres como Monja Jamón y Chuck Norris y además había otros con más medios pero también con espíritu contracultural como Mondo Brutto y Flandis Mandis.
Para el autor la implantación masiva de internet eclipsó a este tipo de publicaciones, sobre todo al ser técnicamente posible publicar y leer el contenido de forma muy sencilla. “El concepto ‘publicar’ ya es irrelevante, no como antes. Hoy todo el mundo está constantemente publicando cosas en redes, lo raro es lo contrario”.
La consecuencia es que aquellos fanzines artesanales que aún perviven se han convertido en piezas de arte sofisticadas en las que predomina más “lo arty” que lo punk.
Cels Piñol, dibujante: “Muchos nacieron de las tertulias alrededor de las librerías de cómics”
Para el exitoso autor de Fanhunter, los fanzines son el I+D de los cómics, de la ilustración, de la edición y ahí se sitúan sus comienzos. Define a estas publicaciones como “un lugar de entrenamiento para futuros trabajadores del mundo editorial”.
En su caso publicó el primero en 1989 recopilando él mismo algunas de las ilustraciones y chistes que enviaba a las editoriales, sobre todo a Cómics Forum de Planeta-DeAgostini, en la que acabó trabajando.
En su primer fanzine que se llamó Kiusap, se extendía sobre los fans como él pero riéndose con ellos, “no de ellos”, matiza “y eso marcó la diferencia”.
Recuerda descubrir a autores y redactores que, sobre todo en Barcelona, acabarían trabajando como él en la edición de cómics. Nombres como Roke González, Raimon Fonseca, Miguel G. Saavedra, Sergi Mas, Alejandro M. Viturtia, Toni Guiral, Joan Navarro y muchos más.
Compraba o intercambiaba títulos como El Clan, Ragnarok, Plot, Sneeze Gang, Gorka, Studio, El Dado, Repartidor y muchos más. En ellos descubrió a Pasqual Ferry, Garcés, Josep Busquet y una gran cantidad de artistas que empezaron con aportaciones en este tipo de publicaciones.
Marta Guerrero, dibujante: “Sin duda son una plataforma de lanzamiento para los aficionados y futuros autores”
Marta Guerrero recuerda de la época en la que más se involucró en este medio con títulos como 96 lágrimas, La pluma eléctrica, Ediciones Moulinsart y particularmente su participación en Aberración Periodística.
“Todas las épocas son buenas para los fanzines, es una manera de comunicarse y publicar, sin censuras con total libertad y siendo el auténtico testimonio de cada momento”.
“Sin duda son una plataforma de lanzamiento para los aficionados y futuros autores, también una diversión y exploración en muchos campos: literario, experimental, cómic…”
Lysbeth Daumont, historietista: “Hoy en día es mucho más común encontrar estas alternativas en formato digital o en redes”
La historietista cubana indica que el hecho de poder hacerse con bajos presupuestos y escasos medios para su diseño, edición y distribución, ha permitido en muchas ocasiones la aparición de un cómic de autor.
En su caso, participó en 2012 una experiencia de un solo número titulado El Invento, junto a jóvenes historietistas cubanos. Relata que a partir del 2009, la revolución tecnológica hizo que adoptaran la forma de blogs.
Menciona como influencia a Julie Doucet y su fanzine Dirty Plotte, y también a referentes del underground como Robert Crumb, Art Spiegelman (Raw), Trina Robbins (Wimmen’s Comix).
Moño, dibujante: “Era una forma de compartir lo que hacía sin esperar nada a cambio”
La autora majorera Moño cree que los fanzines han servido “un montón para dar visibilidad a cosas más underground”.
En su caso comenzó a sacar, imprimir y repartir sus propios fanzines por 20 céntimos cuando vivía en Barcelona. “Era una forma de compartir lo que hacía sin esperar nada a cambio, solo por el gusto de expresarme”.
Asegura que dispone de una colección enorme de fanzines en su casa de todo tipo. Más que autores en concreto, se queda “con esa mezcla de voces y estilos que tienen los fanzines, esa energía”.
Fotos
Las fotos por orden son Moño, Lysbeth Daumont, Marta Guerrero, Sergi Puyol, Cels Piñol y Guille Martínez-Vela.
Firmas
Los fanzines van firmados a nombre de Almudena Villar.