Diez años para mirar bajo nuestros pies
Hay aniversarios que no buscan el aplauso, sino la pausa. La oportunidad de detenernos un instante y mirar —con algo más de conciencia— aquello que damos por sentado. Lanzarote celebra diez años como Geoparque Mundial de la UNESCO y, quizá sin pretenderlo, el aniversario nos obliga a preguntarnos qué sabemos realmente del suelo que pisamos. Y la respuesta, a menudo, es sencilla: menos de lo que creemos.

El reportaje de este número lo deja claro. Vivimos sobre un patrimonio geológico excepcional, reconocido internacionalmente, pero aún poco conocido por quienes convivimos con él a diario. Que una figura tan importante siga siendo “la gran desconocida” en la isla es, quizá, el mejor argumento para entender por qué esta conmemoración importa.
Este aniversario también nos recuerda algo esencial: la cultura no es solo lo que creamos, sino también el territorio que nos inspira. Muchos de los proyectos recientes del Geoparque —desde la divulgación científica hasta la colaboración con centros educativos y artistas— muestran que entender nuestra geología no es un ejercicio técnico, sino una forma de enriquecer nuestra manera de habitar la isla y de narrarla. El paisaje, al fin y al cabo, es también una expresión cultural.
Diez años después de aquella candidatura casi artesanal, el Geoparque ha crecido, ha investigado, ha formado y ha recibido auditorías que avalan su trabajo. Pero su mayor desafío sigue siendo social: lograr que el territorio no solo se conserve, sino que se comprenda. Que la geología deje de sonar lejana y se convierta en parte natural de nuestra identidad.
El aniversario, en realidad, es una invitación sencilla: mirar mejor lo que ya está ahí. Sentir la isla como algo que no solo nos rodea, sino que nos sostiene. Y entender que los hitos —como este Geoparque— no son un trofeo, sino una herramienta para proteger lo que nos hace únicos.