“Queremos sacar a las mujeres de las sombras y devolverlas al lugar que merecen dentro de la historia de la isla”
Conferencia
La imagen de la mujer en el archivo de Memoria de Lanzarote
Jueves 18 abril · 19 h
Sala José Saramago, Arrecife
Entrada libre y gratuita
Dicen que una imagen vale más que mil palabras y justo eso fue lo que confirmó Arminda Arteta cuando empezó a comparar lo que reflejaban los documentos escritos con la realidad que transmitían las fotografías: las mujeres no habían sido, ni mucho menos, un actor secundario en la historia de la isla.
Arteta (Lanzarote, 1981) es ante todo es una “todoterreno” en la divulgación del patrimonio de la isla. Licenciada en Historia del Arte, ha trabajado como documentalista en Memoria Digital de Lanzarote, como guía de senderismo interpretado, como auxiliar en la Biblioteca de Teguise, como tutora en la Uned y como comisaria en distintas exposiciones. También ha publicado artículos en revistas canarias especializadas y tiene su propio blog, Lanzarote inédita.
Durante mucho tiempo centró sus estudios en el arte canario contemporáneo y muy especialmente en el escultor Pancho Lasso, pero hace unos años descubrió esa otra zona de sombra sobre la que decidió arrojar luz: el papel esencial que han jugado las mujeres en la historia de Lanzarote. Ese será el eje de la conferencia que ofrecerá en Arrecife el próximo jueves 18 de abril, a las 19 horas, en la Sala José Saramago de la Fundación César Manrique.
La charla, organizada por el Cabildo de Lanzarote y patrocinada por el Gobierno de Canarias, retoma el proyecto expositivo que vio la luz hace cuatro años en la Casa Amarilla, bajo el nombre “Sombrera. Homenaje a la mujer rural y costera de Lanzarote”. “Era un proyecto multidisciplinar que abarcaba muchísimas cosas, incluyendo visitas didácticas y también una conferencia, pero se vio interrumpido por la pandemia”, explica Arminda Arteta, que se embarcó en aquella aventura junto a la diseñadora gráfica Vanessa Rodríguez. Ahora, Arteta regresa con esta charla, para continuar la difusión de aquel trabajo.
Redacción Mass Cultura
¿Cómo surgió la idea de esta investigación?
Fue curioso porque empezamos con una pasión estética hacia todas las fotografías y postales que veíamos de mujeres, siempre con la sombrera. En un primer momento nos fascinaba a nivel estético, pero después, cuando investigaba de manera paralela en otros proyectos y miraba en los archivos y en los censos, las mujeres solo aparecían como amas de casa. Sin embargo, en las fotografías siempre aparecían trabajando, en tareas súper duras. Las fuentes oficiales nos dicen que simplemente se dedicaban a las tareas domésticas, pero las imágenes nos decían todo lo contrario. Por eso surgió esa idea de poner luz sobre la verdadera realidad del trabajo que realizaban. El objetivo es devolver a las mujeres al lugar que merecen dentro de la historia en mayúsculas de la isla, como sujeto histórico, y sacarlas de las sombras.
¿Y por qué decidieron mantener la sombrera como hilo conductor?
Cogimos el concepto de sombrera como metáfora, porque si nos fijamos en esas imágenes maravillosas de la mujer, casi siempre los rostros están en las sombras. La sombrera es fantástica porque te protege del sol de Lanzarote, pero sumerge a la mujer en las sombras, con lo cual la lleva al anonimato en el que la Historia con mayúsculas la ha tenido hasta hace poco. Así fue surgiendo poco a poco ese proyecto expositivo que ahora retomo a modo de conferencia, con el objetivo de mostrar a través de esas imágenes maravillosas de fotografías, postales, obras de arte, pinturas y esculturas, cómo el trabajo de la mujer no solo fue real, sino que sin él, probablemente, esta isla tan dura no habría salido adelante.
Una de las cosas que subrayaban en aquella primera exposición es que la sombrera también estaba presente en el interior de las casas…
Exacto. Ricardo Reguera, que es el gran especialista que tenemos en la isla de la indumentaria tradicional, lo recogía. Y es verdad, lo verificamos a través de muchas entrevistas que realizamos: para ellas era como una prenda imprescindible de su indumentaria e incluso muchas veces dentro de las casas también la mantenían. Además es muy bonito, porque era un objeto que se heredaba de madres a hijas y se iba remendando. Viendo la sombrera, podías ver todo el trabajo de una vida. Y dentro de la sombrera se ponían el pañuelo también, con lo cual hay muchas fotografías y cuadros donde lo que se ve de ellas es un triángulo nada más. Era la mínima expresión.
“Imágenes maravillosas muestran cómo el trabajo de la mujer no solo fue real, sino que sin él, probablemente, esta isla no habría salido adelante”
Recuerda un poco a lo que podemos ver en otras culturas, por ejemplo con el velo, ¿no?
Claro, realmente no somos tan diferentes. La propia climatología te obligaba a ello, a protegerte del sol, pero también era algo social. Su uso no tenía tanto que ver con estar soltera o casada, sino más bien con la edad. Era una cultura estricta y la mujer tenía que mantener el recato, especialmente las jóvenes. Bastaba que alguien dijera algo malo de ti, algo que no fuese decoroso, para que a lo mejor ya no consiguieses pareja, con lo cual era el fin de tu vida, porque el cometido de toda mujer era encontrar un novio para casarse y ser madre y esposa. Y cuando había algunas outsiders, digamos, que no querían casarse y quedaban solteras, era muy complicado, porque no tenían esa manera de ganarse económicamente la vida.
¿Qué particularidades ha encontrado en la forma en que las mujeres han sido representadas en Lanzarote, en comparación con otros contextos históricos o geográficos?
Estudiando las postales, nos llamó mucho la atención cómo en la época incipiente del turismo, en los años 60 y 70, cuando se estaba dando el cambio del sector primario al sector terciario, se representaban muchísimas mujeres trabajando en el campo, con esa indumentaria tan llamativa. Era casi un epílogo, una despedida de esa cultura que se acababa. Y los turistas que venían eran capaces de ponerlo en valor. Quizá comparado con la Europa que ya estaba industrializada, este reducto de esa vida todavía un poco más primitiva les llamaba la atención. Hay muchísimas fotografías de ellas trabajando en el campo, sobre todo acompañadas de camellos. Hay algunas postales impresionantes, que se ven las dimensiones de esos animales enormes y la mujer como un personaje poderoso y muy fuerte, dominándolos y ayudándose de ellos para trabajar. También en el campo, en las salinas… En todas esas tareas que no recogen las fuentes oficiales, pero que sin embargo ahí estaban ellas.
¿Y en el arte?
En el arte ocurre algo muy similar. Lo hemos encontrado en las esculturas y en las pinturas y dibujos de Pancho Lasso, o en sus medallas. También en el primer César Manrique, cuando aún es figurativo. Pensemos por ejemplo en esos murales maravillosos del Parador, donde la mujer es personaje fundamental, como esa gran matriarca que da vida y ayuda a la supervivencia de la isla. También los hermanos Millares, que pasaron una primera etapa de su infancia en la isla, cuando su padre vino para acá como profesor, guardaron grabada en su retina esa imagen de aquel Lanzarote primitivo, y a lo largo de su vida volvieron una y otra vez al elemento y muchas veces era la mujer campesina, con su sombrera, lo que rwepresentaban en sus cuadros.
“Las postales de los años 60 y 70, en la época incipiente del turismo, son casi un epílogo, una despedida de esa cultura que se acababa”
¿Por qué cree que existe esa diferencia entre lo que reflejan las imágenes y lo que se documentó por escrito?
Yo creo que no es algo exclusivo de Lanzarote, sino que es algo que ha ocurrido siempre y por lo que se está luchando. Se las recluía en el ámbito doméstico, porque oficialmente les correspondía ese papel de madres y esposas, de puertas para adentro. Y todo lo que era de puertas para afuera, era el ámbito masculino. Sin embargo, ellas realizaban grandísimos trabajos, sobre todo en las sociedades más dedicadas al sector primario. Se encargaban de tareas agrarias y del cuidado de los animales. Ellas eran las veterinarias, digamos, porque no solo se encargaban de alimentar a los animales, sino también de cuidarlos. Y también de la elaboración de productos manufacturados, como quesos, conservas, higos… O los pescados, en el caso de la mujer costera, que preparaba los pejines, las jareas… Todo eso era trabajo femenino. También elaboraban todos los utensilios, las artesanías, las rosetas, que era como la moneda femenina, porque en un primer momento no recibían dinero a cambio, sino que era un trueque. Las cambiaban por ropa, por comida o por lo que necesitaran, y gracias a eso tenían un complemento a la precaria economía familiar. Pero siempre fueron consideradas como algo menor y no recibían remuneración por ello, por lo que no se iba a reflejar en la documentación oficial. Quizá ese sea el problema.
Además de como “modelos” y “musas”, ¿las mujeres de la isla han jugado un papel en el arte como creadoras?
En la época contemporánea sí, pero antes no tenemos muchos ejemplos. En el siglo XIX sí hubo una saga maravillosa de las mujeres Spínola, que se traslada también a la primera mitad del siglo XX, en Teguise, en la que destaca especialmente la figura de Francisca Spínola, que es considerada la principal figura de las artes plásticas de Lanzarote. No mujer, sino figura en general, superando incluso a los hombres. No se conserva demasiada obra y no ha sido muy puesta en valor, pero era una figura excepcional. Se supone que se formó en Cataluña, dicen que tal vez en Génova, y realizó especialmente pinturas religiosas y también retratos, que se conservan en colecciones privadas. En la ermita del Sagrado Corazón de Jesús, en Tegoyo, el cuadro principal del altar es de ella. Fue una saga maravillosa no solo pintoras, también había escultores, músicos, autoras de teatro, como Manuela y Esperanza Spínola… Hay que pensar que Lanzarote fue eminentemente agraria y pobre y era difícil que hubiera personas que destacaran, pero ellas pertenecían a una clase social más elevada de la antigua capital y sí que pudieron desarrollar ese arte.
Como experta en Historia del Arte y Patrimonio, ¿cree que se le da a estos temas la debida importancia en la isla?
Afortunadamente está saliendo cada vez más gente dedicándose a ello y hay más investigaciones, pero creo que queda bastante por hacer en la tarea de la divulgación, para que pueda llegar a todos los públicos. Que entre todos aprendamos a levantar la mirada, a ver lo que nos rodea. Me imagino que será propio de todas las culturas, pero no ponemos en valor lo que tenemos más cerca. No tenemos grandes catedrales, pero solamente ver esas obras que han sido el resultado del esfuerzo de la población de Lanzarote por sobreponerse a una naturaleza tan hostil, a tantas catástrofes; esa arquitectura popular perfectamente adaptada con lo mínimo a nuestros condicionantes; esa cultura del agua; todas las tradiciones populares, el patrimonio intangible, yo creo que tiene un valor incalculable. Tal vez por el rápido desarrollismo que tuvimos en unas pocas décadas, en el paso hacia el turismo, lo hemos dejado de lado, pero creo que cada vez hay un mayor interés por conocer lo nuestro, y creo que vamos por el buen camino. Quiero ser positiva porque veo muchísimo interés, y quizá lo que nos falte es un mayor esfuerzo de divulgación, desde los propios centros escolares, para implantar esa semillita de la curiosidad y que nuestros niños en el futuro quieran seguir investigando y poniendo nuestro patrimonio en el lugar que se merece.
“Nuestro patrimonio no es menor ni mucho menos que el de cualquiera otra isla, y todavía queda mucho por dejarnos sorprender”
Antes de esta última investigación, usted había centrado sus estudios en el artista lanzaroteño Pancho Lasso. ¿Está satisfecha con lo que se ha avanzado en el conocimiento de este personaje?
Yo creo que sí, que se ha avanzado muchísimo, pero cuando doy alguna conferencia, la gente se sigue sorprendiendo. A lo mejor nos quedamos con una idea estandarizada, con una pieza, como el Monumento a la Internacional, que está ahora reproducido en la avenida, pero no sabemos toda la dimensión que hay detrás. No conocemos sus medallas, sus cuadros… Todavía falta mucho por darlo a conocer, y como él tantas otras figuras. El escritor Ángel Guerra, que es otra de mis pasiones y me parece que tiene una obra maravillosa. Este año, al dedicarle el Día de las Letras Canarias, se ha dado otro pasito más. Nuestro patrimonio no es menor ni mucho menos que el de cualquiera otra isla, y todavía queda mucho por dejarnos sorprender. Y al mismo tiempo es bonito que no lo conozcamos todo, porque el ir sacándolo poco a poco y conociendo todo lo que tenemos, nos sorprende y nos llena de orgullo.
¿Con qué vertiente se quedaría de los trabajos que ha abordado hasta ahora y cuáles son sus próximos proyectos?
Me quedaría con la divulgación, sin duda alguna, porque me apasiona la difusión del patrimonio. Como freelance, colaboro con Memoria Digital de Lanzarote, con la Muestra de Cine, ofrezco charlas en centros educativos de manera puntual, también rutas patrimoniales… Por eso decía que sí percibo ese interés de la población por conocer nuestra cultura y nuestras tradiciones. Y ahora estoy embarcada en otro proyecto que es una marca de bisutería artesanal, toda hecha por mí, que está inspirada en el patrimonio de Lanzarote. Es la misma idea de divulgar el patrimonio, pero a través de otro objeto de la vida cotidiana, para ir metiendo en la cabeza el valor que tiene nuestro patrimonio.