Si tuviéramos que definir el teatro tendríamos que recurrir a las numerosas palabras que le dedicó Federico García Lorca en su corta vida, y probablemente me quedaría con una de las que ofreció en la entrevista en La Voz de Madrid, el 7 abril de 1936): “El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse humana, habla y grita, llora y se desespera”.
O la que ofreció en un pequeño discurso sobre el Teatro que ofreció antes de la representación teatral de una obra suya “…El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre. Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo…”
Según Lorca el teatro es “uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso…”
Y es que el teatro, como todas las artes, forja nuestra mente y transciende de nuestro propio pensamiento. Ejerce un influjo de atracción no solo para el disfrute y la diversión sino también para el diálogo, la crítica y la opinión. Es fuente de aprendizaje y desarrollo y por tanto delimita las esquinas por donde progresa un país. Apostar por las artes en general y por la cultura es defender el futuro de nuestra sociedad.
Esther García Alonso @masscultura
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