Nuevo presidente de la Junta de Cronistas de Canarias
“Aunque viva 500 años, no voy a terminar de hacer todo lo que tengo pensado”
“A la luz de un farol, porque en aquella época no había luz eléctrica”, Francisco Hernández aprendió a leer y a escribir, antes incluso de empezar a ir a la escuela. “Nos enseñaban unas mujeres que al mismo tiempo nos daban cursos de teatro”, recuerda más de seis décadas después. Esas mujeres eran nada más y nada menos que las hermanas Manuela y Esperanza Spínola; dos figuras clave de la cultura de la isla, y también en la trayectoria vital del cronista oficial de Teguise, que acaba de ser nombrado presidente de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias.
“En los pasillos de la casa de los Spínola, y después en la casa conocida como Palacio Spínola, fue donde vimos papeles, documentos, fotografías antiguas y textos que ellos nos daban. Todo eso fue motivando mi curiosidad por el pasado, por la historia del municipio y por la historia en general de Canarias”, rememora.
Esa curiosidad se terminó plasmando en 14 libros y unos 48 proyectos de difusión cultural que Francisco Hernández ha escrito a lo largo de su vida, y que contribuyen a mantener vida la memoria de la isla: desde la historia de edificios emblemáticos hasta las tradiciones más antiguas.
Hoy tiene 77 años y tampoco ha abandonado la otra semilla que las hermanas Spínola plantaron en él: la pasión por el teatro. De hecho, sigue formando parte del grupo de teatro que lleva el nombre de una de sus “maestras”, Esperanza Spínola, y que él ayudó a mantener vivo cuando las hermanas fallecieron. “Hace 65 años hice el primer sainete y todavía sigo”, señala. Pero es a su vocación como investigador a la que ha dedicado casi toda su vida.
Por ese motivo, en el año 2011 fue nombrado cronista oficial de Teguise, un cargo honorífico no remunerado que se otorga a personas ya jubiladas que destaquen por sus conocimientos de la historia, costumbres y tradiciones de cada municipio. Sin embargo, él mismo suele decir que en realidad lleva varias décadas siendo “cronista oficioso”. “Iba en la curiosidad que he tenido siempre por descubrir nuestra historia, nuestras costumbres”, explica.
Su contribución a rescatar el pasado de la isla y a recuperar y mantener vivas las tradiciones le ha hecho merecedor de varios reconocimientos, como la Medalla de Oro de Canarias que recibió en 2012. Además, hace siete años ya fue presidente de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias durante un mandato y ahora acaba de ser elegido de nuevo para ese cargo. Francisco Hernández vuelve a estar al frente de los “guardianes” del pasado y “notarios” del presente de las islas.
Redacción Mass Cultura
¿Qué pensaría aquel niño curioso que fue si pudiera adivinar a dónde ha llegado? ¿Se hubiera imaginado este futuro?
No, tanto no pensaba yo. Pensaba trabajar por mi pueblo, hacer esto desde mi casa… Pero si haces lo que te gusta, pues bienvenido sea. Yo no vivo de esto, no cobro por ser cronista. Soy pensionista, pero hago lo que me gusta. La actividad que hacía, y que me gustaba cuando era joven, ahora la puedo hacer de una manera más holgada, porque uno no depende del trabajo para vivir. Vives de la pensión, y el hobby que tienes es trabajar, darte, entregarte para responder las solicitudes que te llegan. A uno siempre le gusta volver atrás, pero en este caso volvería a hacer lo mismo.

¿Qué destacaría de su primera etapa como presidente de la Junta y qué retos se ha fijado ahora?
La otra vez se lograron algunas cosas importantes, como fue el reconocimiento del cronista, darle el valor a las personas cronistas. Y una de las misiones que tenemos este año, que ya tengo preparada la agenda para visitar los ayuntamientos de Lanzarote, es que nombren a un cronista. Porque aquí en Lanzarote solamente hay dos, don Antonio Lorenzo, que es Arrecife, y yo de Teguise. El último era el de Yaiza, que falleció, y el de Haría que también falleció.
¿Cree que la figura del cronista corre riesgo de desaparecer?
No, no. Siempre hay personas que se preocupan de la historia y de las costumbres de cada municipio. Muchas veces no se eligen los cronistas porque hay diferencias entre los distintos componentes de la Corporación, unos querían a una persona, otros a otra… Pero sí sabemos ya de forma oficiosa, aunque no puedo revelarlo, que dentro de poco habrá un cronista más aquí en Lanzarote. Y seguro que a principios de enero habrá otro, y vamos a luchar para que cada municipio tenga el suyo. Porque un cronista es el notario de la historia de ese municipio. Quien recoge lo que pasa en la actualidad y rescata todo aquel pasado. Yo, como cronista, estuve en el Archivo de Simancas, en el Archivo de Indias, buscando toda aquella documentación relativa a Teguise en particular y a Lanzarote en general. Y después, la información se volcó en la página web del Archivo de Teguise y ahí tiene acceso todo el mundo a conocer toda esa documentación.
¿Cuál es la parte que más disfruta de ese papel que desempeña como cronista?
Ahora últimamente con la genealogía. Lo que más recibimos son peticiones de los inmigrantes, unas 20 al mes por lo menos, preguntando para conocer a sus antepasados o porque quieren obtener la nacionalidad, porque si se demuestra que el cuarto abuelo era canario, pues tienen opción a obtener la nacionalidad. Entonces, preguntan a ver de qué parroquia era, cuando nació, para luego pedir las partidas de nacimiento correspondientes y presentarlas en la embajada de cada país. En 2019 vinieron 160 vecinos de San Antonio de Texas, y lo cito por la huella que dejaron allí las 16 familias que fueron a fundar San Antonio de Texas. Les enseñamos los testamentos, les enseñamos las ventas que hicieron las personas que se fueron para allá para pagar el pasaje, les buscamos la descendencia de las familias que quedaron aquí, que las enlazamos a través de árboles genealógicos… Se les salían las lágrimas viendo esos papeles. También recibimos cartas por ejemplo de Cuba, diciendo: “Mi madre está ya mayor y le gustaría conocer a los familiares de Lanzarote”. Y les atendemos. Tenemos cartas donde te dan las gracias, y a mí me encanta poderlos ayudar. Y luego hay cantidad de estudiantes que visitan la oficina para hacer trabajos de investigación histórica. Cada día siempre se aprende algo y la cosa no es aprender y rescatar, sino también dar a conocer, porque nada saca uno si después lo guarda en la maletita.
De todos los libros y proyectos de investigación que ha publicado, ¿cuál es el tema que más le ha marcado?
Los Diabletes, la historia de los Diabletes. Recuerdo la idea que teníamos de los Diabletes cuando éramos pequeños, de que esta figura la inventaron aquí para correr detrás de los chinijos. Y luego después, leyendo los libros antiguos del Cabildo de Lanzarote, que está en Teguise, porque el antiguo Cabildo estaba en Teguise, descubrimos que desde 1620 y pico aparecían los diablos danzantes, que hacían una danza dentro de la fiesta del Corpus, porque ese es el origen de los diablos: danzar en la fiesta para representar al mal, para ahuyentarlo, decían los Franciscanos. No sé si eran las once y media de la noche que estaba leyendo el libro y llamé a medio mundo, que por cierto, me insultaron, porque más de la mitad estaba durmiendo. “¡Miren, que los diablos resulta que eran danzantes, pagados por el Cabildo, que no se dedicaban a correr tras los chiquillos! ¡No, que hacían una danza!” Ahí empezamos no solo a leer todo lo que tenía relación, sino también un intercambio cultural, sobre todo con Venezuela, donde siguen saliendo los diablos, y con otras figuras de la península relacionadas con los diablos. Incluso con África, porque los esclavos negros que venían aquí tocaban el tambor en la danza que hacíamos, que no había música. Así pudimos averiguar la verdadera historia de Los Diablos de Teguise, que es la tradición más antigua de Canarias en relación con el carnaval popular.

¿Y hay algún tema que le quede en el tintero pendiente de escribir? ¿Alguna espinita que no haya podido materializar todavía?
Siempre digo que aunque viva 500 años, no voy a terminar de hacer todo lo que tengo pensado. Por ejemplo, tenía siempre interés en saber qué fue de aquellos esclavos que se llevaban los moros a Argel, donde eran vendidos. Tengo alguna referencia de los 200 lanzaroteños que fueron llevados a Argel, pero luego después de allí salieron a Madrid y más de las tres cuartas partes se quedaron. Es decir, en Madrid hay descendientes de lanzaroteños de los que nadie sabe nada. Lo único que pudimos averiguar es que una Virgen que se llama la Virgen del Rescate estuvo en Lanzarote y se la llevaron los moros a Argel, pero después la cogieron los Trinitarios, que era la orden que se dedicaba a rescatar a los esclavos. La descubrimos en Madrid y estuvo aquí en Lanzarote, en una exposición que se hizo con los 600 años de historia de la Iglesia. Hemos averiguado solamente una o dos historias, pero ya dejé eso, porque había que trasladarse a Madrid y ya no está uno para mucho viaje. Esa es una de las penas que me quedan, no poder seguir descubriendo ese trabajo.
Usted que ha dedicado buena parte de su vida a la revitalización de las tradiciones, como Los Diabletes que comentaba o el Rancho de Pascua, ¿cómo cree que está Lanzarote actualmente en ese sentido? ¿Se cuida suficientemente la historia y la tradición?
Por lo menos, a nivel de colegios, se toma un poco más de interés. A nosotros nos han invitado, por ejemplo cuando llega el carnaval, porque quieren que vayamos allí a explicar la figura del diablo. Y en Navidad explicamos la figura de los Ranchos de Pascua. También la artesanía se ha conservado mucho. En Teguise por ejemplo, se mantiene el taller de la construcción de timples, que se hace en la Casa Peraza. Entre todos los talleres que organiza el Plan Cultural, también están rescatadas la cestería, los calados, los bordados y todo lo relacionado con la artesanía. Yo creo que en ese aspecto, se va motivando un poco. Pero lo que sí falta es coordinación entre todos. Los ayuntamientos se pisan los actos porque no existe coordinación y por eso hay días en que hay cuatro actos culturales y uno no sabe dónde ir. Hace unos 20 o 30 años se intentó hacer una comisión de cultura a nivel general, en la que estaban integrados todos los ayuntamientos y el Cabildo, más que nada para la programación de actividades culturales, y yo creo que eso hay que retomarlo.
¿Y cómo vivió el cierre del Museo del Emigrante Canario de Teguise, tras haber impulsado usted su creación junto a María Dolores Rodríguez?
Yo siempre he dicho, junto con la compañera María Dolores, que quitar el Museo del Inmigrante del Castillo fue un disparate, porque no era solo un museo. Gracias a toda la información que recopilamos, allí se redactó la relación de los cerca de 17.000 emigrantes de Canarias, con la fecha en que salieron, los familiares que les acompañaban, el destino que tenían, el año… Nunca se había hecho una cosa así. Todo ese trabajo lo tienen colgado en Cuba, en la página oficial de Cuba para ayudar a los inmigrantes, lo tiene Uruguay y está también en Venezuela. Esos tres países lo tienen colgado y se mantienen en contacto con nosotros desde las distintas embajadas. A mí me encantaba, porque venía gente de cualquier país a visitar el Museo para recoger toda esa documentación, la historia, las costumbres, las cartas de los inmigrantes… Era un apoyo que no existía, y yo creo que era uno de los únicos museos dedicados a la emigración con esa finalidad, pero los políticos decidieron quitarlo. Ahora ese papel que hacía del museo lo seguimos haciendo, con menos personal, para atender a cualquier persona que quiera conocer el mundo de la emigración.
“Hay historias que si no las recogen los cronistas, no se recogen. Por eso es importante esta figura, para que trasciendan hechos que, por unos u otros motivos, no aparecen en la prensa”
¿Qué lecciones importantes del pasado de Teguise y de Lanzarote consideran relevantes para las generaciones actuales y futuras. ¿Qué podemos aprender o qué debemos aprender?
Conocer la tradición de cada pueblo y evolución de la cultura, que se fue enriqueciendo por las aportaciones que hacían los que llegaban a la isla, nos da pie a que podamos plantearnos mejor el futuro. Si no conocemos el pasado, cada día hacemos una historia nueva. Por eso es importante la figura del cronista, porque no es ningún político, no es ningún periodista. Es una persona que ama y siente su historia. Y hay historias que si no las recogen los cronistas, no se recogen, porque a un político o a un periodista no le interesa por cualquier motivo. Por eso es importante la figura del cronista, para recoger todo el pasado histórico o aquellos hechos que, por unos u otros motivos, no aparecen en la prensa, pero sí interesa que los conozcan las futuras generaciones.

Mirando hacia el futuro, ¿qué legado espera dejar como cronista oficial de Teguise y como presidente de la Junta de Cronistas Oficiales de Canarias?
La ilusión es que cada municipio tenga su cronista. Y lo que pensamos es que hay que aprovechar todo ese trabajo, no de ahora, sino de los últimos 50 años, que hemos ido recogiendo desde distintos centros y archivos particulares y oficiales y que colgamos en la página web del archivo de Teguise. Porque el Archivo de Teguise no es un archivo municipal normal, un archivo muerto, como se llama, donde se deposita la documentación que genera cada ayuntamiento. El archivo de Teguise es un archivo donde se recoge la documentación del propio Ayuntamiento, que es la finalidad oficial, pero también tiene toda aquella documentación que a lo largo de todos estos años hemos localizado en otros archivos. Ahí están colgadas las actas desde 1618 hasta 1850, los libros de trabajo, la importancia de los distintos productos, la historia de la agricultura, la historia de los conventos, las casas señoriales… Hay un panteón de hijos ilustres para conocer las distintas personalidades, destacadas o no, pero que tuvieron su importancia en Teguise, en los distintos pueblos o en la isla en general. Eso es de lo que más contentos estamos. No hemos escrito una página para luego hacer una hoguera, sino para que estén a disposición de todo el público en todo el mundo, a través de Internet. Y recibimos comunicación de Cuba, de Venezuela, de Brasil, donde hay también lanzaroteños, de barcos que iban para Centroamérica y por el mal tiempo terminaron en Brasil y decidieron quedarse allí. Hay familias en todo el mundo. También en Suiza, incluso a Australia también llegaron algunos lanzaroteños, y han tenido acceso a esta información. Esa es la labor de la que nos sentimos orgullosos.
El Rancho de Pascuas de Teguise reconoce la labor de Francisco Hernández