Israel Reyes, regresa a Lanzarote con “Siempre”
“La vida me ha permitido hacer cosas que nunca imaginé”
Cuando Israel Reyes comenzó a estudiar en el Instituto Alonso Quesada, no hubiera podido imaginar que cuatro décadas después le encargarían rendir homenaje a este escritor en el año de su centenario. “Fue uno de los primeros autores que leí y siempre me ha acompañado”, explica, cuando está a punto de traer este proyecto a Lanzarote.
Hoy se define como “un enamorado de su trabajo, que tiene la gran suerte de dedicarse a lo que le gusta, que es contar y compartir historias”; y recuerda que empezó a descubrir esa pasión en aquel instituto de Gran Canaria, en el grupo de teatro. Sin embargo, el último empujón llegó de la forma más inesperada. “¿Tú qué haces aquí? ¿Por qué no inviertes esta energía en lo que realmente quieres hacer?”, le preguntaron en una entrevista de trabajo en El Corte Inglés, cuando acababa de terminar el Bachillerato y buscaba “un curro de verano” antes de decidir cómo continuar sus estudios.
Aquello le “terminó de convencer”. Se trasladó a Madrid y se matriculó en el Centro de la Tecnología del Espectáculo, donde entendió que su vocación “estaba en la parte de atrás, no en la de delante”. Después, decidió traer lo aprendido a su tierra. En 1991, con solo 23 años, fundó su propia compañía, Clapso Producciones S.L., con la que hoy recorre teatros de toda España. “Sobrevivir a todos los envites que hemos sufrido y vivir de la cultura haciendo teatro, es como un milagro”, subraya.
La clave, cree que está en la “habilidad de combinar” esas producciones teatrales con la organización de otros eventos. El principal, el que ha marcado buena parte de su trayectoria: el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. En 2005 asumió la dirección artística y la producción de la Gala de la Reina y la Gala Drag Queen, hasta que en 2023 decidió cerrar esa etapa. Justo entonces le ofrecieron realizar la puesta en escena de la canción “Zorra” de Nebulosa, con la que llegaron hasta el Festival de Eurovisión en Malmö. Para un eurofan confeso, aquello fue un sueño. “La vida me ha permitido hacer cosas que no me imaginaba nunca”, confiesa.
Y todo ello, mientras producía y dirigía decenas de obras teatrales que van más allá del entretenimiento. “Cualquier historia se puede contar con perspectiva de compromiso y de mejora de la sociedad”, defiende. Por ejemplo, visibilizando y reivindicando los derechos del colectivo LGTBI, o luchando contra el machismo y a favor del empoderamiento de la mujer. “Yo creo en la diversidad, en la igualdad y en la inclusión como algo natural. Detrás de la diversidad no hay ninguna enfermedad, la enfermedad está en el odio que estamos viendo”, lamenta.
Su última obra, “El cabaret de los hombres perdidos”, llega en octubre al Teatro Maravillas de Madrid, pero este mes también hará escala en Lanzarote, con “Siempre: tres poemas, dos crónicas y un chelo”. Ese homenaje a Alonso Quesada que le encargó el Gobierno de Canarias, que se estrenó con motivo del Día de las Letras Canarias y que ahora desembarca en el Teatro El Salinero, el próximo 11 de octubre.
Isabel Lusarreta
¿Cree que Alonso Quesada está suficientemente valorado? ¿Reconocemos debidamente a los referentes de la cultura en Canarias?
No, desgraciadamente no. En la actualidad tenemos problemas con los jóvenes y la lectura y con conocer quién es quién. Hay que hacer un esfuerzo pedagógico de acercar, sobre todo, a autores que han aportado tanto al entendimiento de una cosa que parece banal, pero que es la forma de ser del canario. Alonso Quesada retrata no solamente la época en la que vive sino algo que sigue vigente, que es cómo somos de peculiares. Como lo llamaba él, el carácter isleño. Hay que trabajar en seguir hablando de ellos. Ahí está Galdós, que también es un gran desconocido para los canarios.
“Lo que espero es que el público salga con ganas de leer a Alonso Quesada, porque además sus crónicas siguen muy vigentes”
¿Cómo nació la idea de articular tres poemas, dos crónicas y un chelo? ¿Qué criterio siguió para elegir los textos y el instrumento que debía acompañarlos?
La obra de Quesada es muy extensa y la invitación del proyecto era no centrarnos en montar una pieza teatral en concreto. Entonces, las crónicas y sus textos poéticos nos permitían hacer una especie de mosaico y también un formato que, para el espectador que no conoce al autor, resulta más variado. Por eso nos fuimos a una selección de poemas y de crónicas y lo hemos hilvanado a través de música que va acompañando la narración. Elegimos el chelo porque es un instrumento que siempre tiene una sonoridad muy elegante y nos permitía darle un tono más romántico a los poemas o más rítmico en las crónicas, y acompaña muy bien.
Si tuviera que señalar un verso o una imagen del montaje que explique el espíritu del proyecto, ¿cuál sería?
El que acompaña al inicio, que se llama “Siempre”, que es una especie de epitafio del autor, que habla del peso del tiempo. Hay cosas que queramos o no llegan para siempre. Una de ellas es la muerte, pero también el amor puede ser para siempre, y también otras cosas con las que uno se compromete: valores como la honestidad, o la búsqueda de la verdad, son cosas que deberían estar para siempre. Y ese “Siempre” es un poco el late motive del espectáculo.
“Contar la historia de Manrique en Jameos y ver cómo fue recibida seis días llenos en cada función, fue un hito personal y profesional”
Si Quesada escribiera una crónica hoy, ¿sobre qué hablaría en 2025?
Es que sus crónicas son tan actuales… Somos tan platanófilos, que es un término que usa en una de sus últimas obras… Tú te lees hoy Banana Warehouse, que es una especie de parodia que publicó en el diario de Las Palmas como si fuese un folletín, y todo lo que relata, los hechos políticos del momento y los hechos sociales, son los mismos. Cambia la ropa que llevamos y cambia que hoy tenemos tecnología, pero el comportamiento humano, el egoísmo, el egocentrismo, los intereses económicos, esa socarronería canaria, esa cosa que tenemos un poco en general en este país, sigue siendo vigente porque trata el carácter humano. Y sus crónicas, aunque nosotros las ambientamos en esa época de finales del siglo XIX y principios del XX, al final le cambias las ropas y las puedes hacer en la actualidad, porque son los mismos conflictos humanos.
Imágenes del espectáculo en homenaje a Alonso Quesada
¿Qué le gustaría que el público de Lanzarote se lleve a casa después de ver este proyecto escénico?
Ganas de leer a Alonso Quesada. Él era era periodista y tiene una prosa muy fácil, pero hoy en día cuesta que la gente se enganche a leer poesía o al lenguaje con el que él escribe las crónicas. Pero una vez que que entras en el modo, es tan divertido, que me parece que el mayor logro de este tipo de proyectos es que la gente salga con ganas de leerlo -el que no lo haya leído- o de releerlo.
Su trayectoria ha estado ligada a Lanzarote desde hace tiempo, entre otras cosas con la dirección de “César Manrique. El musical”. ¿Cómo resuena hoy esta isla en su mirada escénica?
Mi vida está ligada a la isla en todos los sentidos. Mis abuelos maternos eran naturales de San Bartolomé y de Uga, mi padre se fue a vivir a Lanzarote hace 40 años por temas laborales y yo terminé el bachillerato en el Blas Cabrera Felipe; y artísticamente he tenido la suerte de haber hecho bastantes cosas. Vivía en Gran Canaria pero desde finales de los años 90 hemos trabajado en casi todos los municipios, primero haciendo teatro pequeñito y mediano, y luego ya en esta última etapa hemos tenido la suerte de llevar muchos de nuestros montajes. Y lo de Manrique, para mí era una asignatura vital y he tenido la suerte de hacer ese espectáculo junto a la Fundación en el año 2019, con motivo del centenario que luego se paró por la pandemia. Hemos podido hacerlo en varias islas y tenemos pendiente Madrid, para cuando se pueda, pero hacerlo hace dos años en Lanzarote, en los Jameos del Agua, fue una experiencia de estas que te marcan. Contar la historia de César allí y ver cómo fue recibida seis días con los Jaemos llenos en cada función, son esos hitos tanto en lo personal como en lo profesional.
“En el Carnaval aprendí a manejar egos de otros, a trabajar con el talento de mucha gente y a buscar un equilibrio que no te arrastre”
¿Qué aprendizaje le dejó su etapa al frente del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria? ¿Hay algo que quiso “desaprender” al despedirse en 2023?
Una fiesta como el carnaval en Canarias, sobre todo en las dos capitales, son juguetes que han crecido mucho. Tuve que aprender a entender lo que es la exposición pública, a trabajar en el límite del amateurismo y lo profesional, a manejar los egos de otros, a entender el talento y a trabajar afortunadamente con el talento de mucha gente que hace que las cosas crezcan, y a intentar con todo eso buscar un equilibrio que no te arrastre. Es algo también que tiene que ver con el desarrollo personal de cada uno: tener siempre esa intención, esa mirada transparente de querer aprender. Quería aprender televisión y sin saberlo fuimos los primeros en aplicar técnicas con las que luego trabajé en Eurovisión, el sistema de realización preprogramado. Y al salir del Carnaval, lo que tienes que desaprender es que nada es para siempre y que hay que quedarse con el camino hecho. Y fíjate cómo es la la vida: salgo del Carnaval y termino en Eurovisión. Como dice un amigo mío que tiene una agencia de comunicación: “¡Ni que lo hubiese diseñado un jefe de marketing!” Es decir, dejas una cosa grande y llamativa, pero acabas en el programa de televisión más importante que se produce en el mundo.
También ha hecho que el Carnaval canario traspase fronteras, llevándolo hasta China con Carnival Dreams…
Eso fue una cosa como de Netflix. Hay un productor español que vive en Shangai y yo lo había visto en un programa de “Españoles por el mundo”, pero quién me iba a decir a mí que meses después yo estoy en el Ayuntamiento trabajando en la oficina que tenemos allí y de repente un compañero me dice: “Oye, hay un señor aquí que se llama Rafael Ortiz que viene de Shangai, que tiene una empresa de animación y que pregunta si lo puedes atender”. A mí me petó la cabeza. Ese señor que era el de aquel programa, había visto las galas de los drag queens por televisión y se le había ocurrido llevarlas al mercado de animación de China. Y nos metimos en un proyecto que duró 3 años. Yo casi me quedo allí. Estuve del 2013 al 2015 viajando a China cada dos meses y fue muy intenso y funcionó muy bien.
“Sobrevivir a todos los envites que hemos sufrido y vivir de la cultura haciendo teatro, es como un milagro”
¿Cuál cree que debe ser la prioridad del teatro?
La prioridad del arte escénico siempre ha sido la de tratar el tiempo que te toca vivir, incluso acudiendo a los clásicos, para no olvidarnos de esa cosa atemporal que tienen las palabras, las historias. Como decíamos antes hablando de Alonso, el teatro sirve para entendernos mejor, para poner en evidencia una guerra, para hablar del dolor de los otros y no olvidarlo, o para entretenernos desde una reflexión social y política. Creo que eso es lo que va a hacer que el teatro nunca desaparezca, porque tiene algo que no tienen ni Netflix ni el cine -siendo maravillosas las series, el cine y la televisión-, y es que te lo cuentan a los ojos y oyes la respiración del que te lo cuenta. Eso que ahora se ha puesto de moda que se llama experiencia, es como el teatro del siglo XXI: el microteatro o todas estas cosas que siempre nos han obligado a reinventarnos. Creo que ese es el gran valor, que lo que pasa en una función es irrepetible y eso, afortunadamente, sigue habiendo personas que lo valoran y otras que incluso lo necesitan. Pero seguimos necesitando crear más público y esa creo que es la tarea.
“Hasta que el político no entienda el valor que tienen las artes vivas, el teatro seguirá siendo la cenicienta, pero es un arma muy necesaria”
Siempre ha participado en distintas asociaciones y entidades vinculadas al teatro y a la cultura y ahora preside la Asociación de Empresas de Teatro de Canarias Réplica. ¿Qué reivindica para el sector?
Creo que en Canarias, las artes en general y el teatro en particular necesitan que de una vez por todas la política ponga el foco en la creación, porque lo que nos salva es defender lo que creamos. Igual que tenemos que defender a los profesores o defender a los médicos y a las enfermeras, tenemos que defender a los creadores, a los de cercanía. Aquí toda la vida estamos peleándonos por presupuestos ínfimos y después nos vemos con disparates como que para un festival de música en un fin de semana se gastan 10 veces más de lo que invierte en artes escénicas un Cabildo en un año. Y te puedo decir todos los cabildos de Canarias o el Gobierno de Canarias o cualquier ayuntamiento, que para un fin de semana, para una fiesta, se gastan 1 millón y para su programación cultural a lo mejor tienen 100.000 euros para un año. Entonces, hasta que el político no entienda el valor que tienen las artes vivas, el teatro seguirá siendo la cenicienta, pero es un arma muy necesaria.
Revista Mensual de Ocio y Cultura de Lanzarote – octubre – 168