Rozalén, férrea utópica; defensora a ultranza, por medio de la palabra y la música, de la libertad, la equidad y la justicia.
Esta albaceteña de 35 años nos visita este mes para cantar sus mensajes. Canciones tan variopintas que tan pronto sorprenden con chispas de alegría y felicidad como nos plantean protestas sobre crueles realidades. Ella se emociona interpretando y su sensibilidad activa nuestros circuitos cerebrales liberando dopamina. Rebosa personalidad, conciencia e independencia.
Se define como cantautora. Viene del folclore y se atreve con todos los palos musicales; primero escribe letras reivindicativas, y luego pone música a sus opiniones sobre la vida. Se moja. No tiene miedo y sabe emocionar y llegar al corazón. Sus versos no dejan indiferente a quien la escucha, para bien o para mal. Recibe elogios y críticas, es lo que tiene cantar con el alma y sin tapujos.
Nos cuenta que esta tierra le sana la vida. Que le encanta venir a Canarias porque se vuelve cargada de energía. En este concierto nos presentará su último trabajo “El árbol y el bosque”, un símil para descubrir y valorar a cada individuo frente a la sociedad como colectivo.
A estas alturas, casi todos los lectores conocen ya que el título de tu último disco que conecta con una reflexión de Luis Eduardo Aute “que el bosque te permita ver los árboles”. ¿Cómo se hace para atinar con un título sugerente y que además reúna en sí mismo todo el contenido del disco?
Creo que lo que peor que se me da es buscar un título a las cosas, porque me parece muy difícil. Cuando estaba haciendo las canciones de este disco, conforme iba avanzando, me di cuenta de que había un hilo conductor que tenía que ver con eso, con el autocuidado, con la mirada introspectiva, hasta cuando había crítica social. Siempre era como desde el yo, desde el qué haría yo en los zapatos de otro. Entonces, bueno, viendo el documental de Aute, de repente, cuando escuché esa frase, daba la vuelta, la quise para mí. Y por eso hablé con su hijo y lo dejé así, como “el árbol y el bosque”, como a modo de cuento, para poder hablar de esta reflexión, pero sí fue como todo, una casualidad en realidad… como las cosas importantes.
Sé que estas dos canciones me salieron como muy de golpe y muy de por necesidad propia. Sí que creo que a veces hay que atender a la intuición propia, a lo que una necesita contar en algún momento…porque eso significa que es algo muy puro. Por eso hay que vivir cosas… para poder contarlas luego. Pero nunca me planteo nada, me dejo llevar y lo suelto.
¿Qué espacios y momentos te son más idóneos para componer? ¿Cuándo y dónde te inspiras con mayor facilidad?
Algo que siempre necesitas es “soledad”. Soledad hasta… bueno, hasta cuando voy en un avión lleno de gente… pero “soledad” y “silencio”; porque es cuando mi cabeza más se revoluciona. Los viajes, por ejemplo, me sientan muy bien para observar en silencio y pensar y sale…. como todo va a la cabeza, pues… yo suelo además primero pensar qué voy a decir. Hago mucho brainstorming, dibujar… muchas palabras en cuadernos y luego ya con mi guitarra voy ya normalmente jugando a encajar melodías y letras.
¿Cuáles son tus raíces musicales? ¿Con qué vertientes te iniciaste? ¿Es verdad que tus inicios fueron de folclore con la bandurria?
Pues sí, mi raíz musical es el folclore, pero tengo un mix ahí muy gracioso. Lo primero que toco yo es la bandurria, o sea el folclore de mi tierra manchega, murciana: jotas, seguidillas, malagueñas… Mi madre y mis abuelos me cantaban coplas, mi padre me aportaba más la canción de autor, la canción protesta. Las canciones favoritas de mi padre y mías son las que tienen como un contenido más social. Y luego mi hermano, que es cinco años mayor que yo, cuando yo ya me iba acercando más a la adolescencia, me metió al rock; ya luego yo, por mí misma, al punk rock, al rap … bueno, pues eso, que tengo una mezcla terrible de canciones que escuchaba entonces. Y la verdad es que sigo escuchando mucho de todo e intento además agarrar lo que me aporta cada cosa, sacar como lo positivo de cada cosa que escucho. Y lo que no me inspira, o no me dice nada, pues simplemente lo dejo pasar y no lo consumo.
A propósito de eso, hay una nueva generación de músicos que se acercan a la tradición desde la vanguardia… ¿Crees que el folclore está poco valorado?
Ceo que esto está cambiando. Ahora mismo en España, hay mucha gente que está haciendo cosas folclóricas mezclándolo con moderno… y eso nunca lo había visto yo. Rodrigo Cuevas, María Arnal, Silvia Pérez Cruz, La M.O.D.A… hay mucha gente haciendo cosas con guiños a la música folclórica. Entonces, quizá habría que pensar que el futuro también está en volver a lo antiguo en algunas cosas.
Es difícil encasillarte musicalmente porque eres muy camaleónica. ¿Consideras tu música como género independiente o cómo la describirías?
Es que claro, como tenemos siempre que describir las cosas… (risas), si hay una etiqueta que a mí me gusta que me pongan es la de cantautora. Y claro, dentro de la canción de autor, o sea, detrás de un grupo de rock hay un cantautor, detrás de un rapero hay un cantautor… cada vez nos mezclamos más, cada vez creo que sí que hay ya menos prejuicios. Pues entonces, no sé, pues a lo mejor como tú dices: camaleónica, ecléctica, sin prejuicios… Así me describiría.
En general, cantas mucho a la libertad. Si te dejaran y pudieras, ¿qué jaulas “quemarías”?
Ay, yo quemaría las jaulas de las fronteras, por ejemplo. Sé que es algo muy utópico. Pero, desde niña, no comprendo quién dibujó la línea, las líneas en el mapa. Y dependiendo de dónde hayas nacido vas a tener una vida u otra, unos privilegios u otros. No lo comprendo. Quemaría muchas jaulas. La mentira, me parece muy peligrosa, los mentirosos, los que no son honestos, los corruptos, los que se aprovechan de su situación para machacar a los otros. No sé, hay demasiada jaula negativa y oscura que debería quemarse.
Actualmente vivimos un delicado conflicto bélico internacional y tú cuentas con dos de las armas más poderosas y sutiles: la palabra y la música. ¿Qué opinas de la guerra?
Es que nunca, nunca va a ser la solución. La guerra es muy mala escuela. De verdad, y me cuesta mucho entender y me duele terriblemente pensar que no tenemos memoria para nada y que a día de hoy haya un conflicto así, que no es uno solo, sino que hay muchos conflictos bélicos, y demuestra que estamos suspendiendo en humanidad. Y confirma que el mundo solo se mueve por intereses, intereses materiales. La verdad es que creo que estamos viviendo uno de los momentos más oscuros que yo recuerdo, de mi vida. Claro, mi padre y mis abuelos vivieron momentos muy, muy oscuros, pero yo creo eso, que llevamos unos años que no se comprende.
“No puedo tener cierto discurso y luego no ser coherente en eso”
Con plena conciencia de los problemas de la sociedad, compartes escenario con Beatriz Romero (técnica especialista en interpretación de la lengua de signos y guía interpretación de personas sordociegas). ¿Qué has querido significar con su presencia? ¿Has notado mayor afluencia de este público en tus conciertos?
Con Bea llevamos ya, diez años, desde mi primer disco, la conozco desde mucho antes, pero creo que la mayoría de la gente ya sabe que si viene a un concierto de Rozalén va a ser un concierto inclusivo, y va a haber una intérprete a mi lado, pegadita, compartiendo protagonismo.
¿Hay mayor afluencia? Sí, sigue siendo muy minoritario, y tenemos que seguir dando más pasos en accesibilidad porque nos quedamos cortas. Aparte de que no puedo tener cierto discurso y luego no ser coherente en eso. Hay que hacer más que decir, ¿no? Hay algo muy importante y es que debemos normalizar el hecho de ver un intérprete o de ver que en todos los sitios hay esfuerzos por derribar barreras porque eso ya a los oyentes los pone a pensar y les dice que su realidad no es la única. Por eso es tan importante para normalizar y bueno es que Bea es una artistaza, por eso y yo ya no me imagino un espectáculo sin ella porque es parte de lo que ofrecemos. Son muchísimas cosas las que significa y las que nos enseña a todos.
¿Consideras la música una herramienta eficaz para el aprendizaje y la educación?
Totalmente, encima que estudié eso: musicoterapia. Si nos damos cuenta que lo último que olvida el ser humano es la música, son las canciones; eso ya lo explica todo. A través de la música es muy fácil lanzar mensajes. Es el camino más amable: la música, la cultura y el arte en general y se queda en un lugar del cerebro. Es que es muy fuerte que haya personas que recuerden las canciones que cantaban de niños y no recuerden a sus hijos… pero esa misma es una explicación del poder abismal que tiene la música.
¿Has escrito alguna canción que no te has atrevido aún a grabar?
Es la primera vez que me preguntan algo así, y creo que no. Tengo muchas canciones así, de cajón, o sea cosas como que se me han quedado a medias, pero por atrevimiento, no. He suavizado mucho el mensaje a veces o me he autocensurado en algunas cosas, como que esto me lo quiero dejar para mí, pero no, lo que me sale, lo cuento y lo grabo.
Tras muchas décadas de lucha, la mujer ha mejorado su estatus en la sociedad. ¿Qué metas piensas que quedan aún por alcanzar?
Demasiadas. Pasos se han dado, claro, pero si miras el mundo desde arriba aún hay países en los que apenas las mujeres tienen derechos y libertades. Tampoco podemos negar que hay mucha gente deseando que demos pasos hacia atrás y esa es una lucha que no parece que vaya a terminar pronto. Siguen asesinando a las mujeres por el hecho de ser mujeres, en todos los países, en los que pensamos que ha mejorado la cosa también. Creo que queda muchísimo por hacer y está muy bien celebrar todo lo que se ha conseguido, pero en cuanto a porcentajes estamos aún lejísimo de la equidad.
¿Qué vínculos te unen a esta tierra canaria?
Las islas Canarias fueron de los primeros lugares donde a mí se me abrieron las puertas. Cuando yo empezaba con mi guitarra, era de los sitios donde yo más gente metía desde el principio. Y es que estoy enamoradísima del paisaje, de la temperatura, de todo. Me parece que sois vuestra joya. Siento mucho orgullo por lo que son las islas Canarias y sobre todo por el trato de la gente. Es que es una tierra que a mí me sana. Hay diferentes lugares en mi país que me sientan especialmente bien: al cuerpo y a la mente, y Canarias es uno de ellos. Pero además es que cada vez que vengo a cantar aquí vuelvo con más fuerza, cuando normalmente es lo contrario, cuando llego de gira llego reventada, y de aquí vuelvo con mucho chute. Pero sí que hay un vínculo muy fuerte y es el amor que siempre he recibido de aquí y lo bien que me he sentido siempre en esta tierra.
¿Tienes otras facetas en tu vida profesional que desconocemos? ¿Qué haces en tu tiempo libre? ¿Cuáles son tus hobbys?
Me gusta mucho el deporte, la montaña. Intento trabajar mucho mi cuerpo, quizá no tanto como debería, pero me sienta muy bien a la cabeza. Y desde hace unos años pues me encanta pegarme rutas en la montaña. Me encanta cocinar, me encanta comer, me gusta bailar, ir al cine… muchas cosas, ¡es que soy tan disfrutona! Hay muchas cosas que disfruto y que no se me dan mal…
“Se me ha abierto el tarro y no paro de escribir desde hace unos meses”
¿Qué proyectos tienes a la vista?
Este año, por fin, va a haber música nueva. Se me ha abierto el tarro y no paro de escribir desde hace unos meses y, además, a finales de este año, va a ser el décimo aniversario de mi primer disco y ahí vendrá con algo muy bonito que estamos preparando y espero que provoque todo lo bonito que me está provocando a mí el hecho de hacerlo. Y seguir y seguir dando saltos a América y a tantos países que no hemos podido trabajar en estos años de pandemia. El show debe continuar.
Esther G. Alonso
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