
Siscu Ruz: “La vida es puro teatro”
Más de 7.000 personas disfrutarán de la IV edición del Festival de Teatro Escolar de Lanzarote
Siscu Ruz: “La vida es puro teatro”
Siscu Ruz (Sabadell, 1983) licenciado en Arte Dramático, creador, actor y director, cuenta con titulación en el Máster de Formación del Profesorado y en el Máster de Estudios Avanzados de Teatro además de otros muchos cursos y seminarios en los que ha participado a lo largo de su trayectoria artística.
Se define como una persona sencilla y empática. Tras años de formación en Barcelona y Málaga perfeccionando esta su vocación, muy arraigada en él desde niño, arribó a Lanzarote como animador turístico en 2005 y tras un tiempo de idas y venidas, decidió que este sería un buen lugar para echar raíces y hacer realidad su proyecto de vida.
Fundador de la compañía Cuerpo Teatro en 2017, concibe el teatro como una educación para la vida y se dedica profesionalmente al mágico mundo de la interpretación, la creación, la producción y la docencia. Su tenacidad por dar lo mejor de sí en cada proyecto y el aprendizaje que nos regala en cada una de sus representaciones le han hecho merecedor de su propia marca: Siscu Ruz.
BCN-LAN. Un trayecto que ya dura más de diez años. Con sus estudios, experiencia y profesionalidad podría haberse hecho un hueco en su ciudad natal, con más diversidad y tradición cultural. ¿Qué le aporta Lanzarote que no tenga en Sabadell?
Pues eso mismo me pregunta mi familia cada vez que voy a visitarles a Barcelona (risas). La verdad es que cuando decidí instalarme en Lanzarote no me tomé el tiempo de hacerme esa pregunta y quizás si me la hubiese hecho, la respuesta no me hubiese animado a quedarme.
Lo que sí me pregunté, y mucho, fue qué podía hacer yo en esta isla. Entonces, desde mi tímida experiencia sentí esa sensación que se tiene cuando te regalan una caja repleta de pinturas y un lienzo en blanco. Las ganas de comenzar, de probar, de investigar, de crear… pero al mismo tiempo cierto miedo a equivocarme, a la exposición pública, a enfrentarme al vacío y sobre todo a la dura vida del autónomo. Esa mezcla de sensaciones y adrenalina, que todavía hoy mantengo, fue lo que me hizo apostar por este lugar. Actualmente puedo decirte que Lanzarote me ha permitido alcanzar algunas metas que tenía cuando soñaba con dedicarme al mundo del teatro. Aunque no te voy a negar, que los primeros meses, cuando veía despegar el último avión del día sentía una sensación inmensa de encierro y lejanía. Ahora, he aprendido a disfrutar de la tranquilidad de la isla y de la actividad frenética de Barcelona cada vez que la visito.
Se habla mucho del poder del teatro como herramienta de transformación social o como recurso educativo. ¿Qué ha descubierto en su andadura profesional con alumnos, docentes o en usted mismo?
Ojalá se practicase tanto como se habla porque si así fuese estoy convencido de que la sociedad, como bien dices, se transformaría. Ese es precisamente el poder que he descubierto en estos años. Ese poder transformador que tiene el teatro en todas sus vertientes: desde la práctica, el aprendizaje, la representación, la participación o la observación.
En realidad, se resume en algo tan sencillo como esa frase que dice “la vida es puro teatro”. Es decir, si juegas a imaginar, a crear, a investigar, o participas y formas parte del acto teatral no será baladí cada una de las cosas que ahí sucedan, sino que pasarán a formar parte de tu vida, de tu experiencia, para siempre.
Hasta hace un puñado de años el teatro tenía un carácter de mero entretenimiento. ¿Cómo ha evolucionado? ¿En qué momento histórico lo situaría en la actualidad?
El teatro ha sido, es y será, un hito de la supervivencia y de la adaptación al tiempo. Desde aquellas celebraciones dionisíacas, organizadas por la civilización griega en honor a su dios del vino hasta la actualidad, el teatro ha buscado la forma de permanecer de un modo u otro. Ha sido banalizado, censurado, castigado, silenciado… y en cada una de esas batallas ha sabido reinventarse. Basta con revisar este último año para comprobar todos los “golpes” que ha sufrido el teatro, desamparado y olvidado a ojos de las instituciones y en ese espíritu de reinvención y supervivencia ha aparecido incluso el teatro online.
Se me da bastante mal eso de echar un vistazo a la historia, pero estoy convencido de que en este momento estamos viviendo algo muy similar a lo que ya vivieron nuestros ancestros, porque la humanidad es tan cíclica como el día y la noche. Puedo decirte que actualmente, nos encontramos ante un teatro post-dramático desde el que se hibridan una amplia variedad de disciplinas artísticas. Como espectador y también como creador me siento muy identificado con esta tendencia desde la que coexisten las artes vivas, pero también te diré que en cierto modo me encantaría poder recuperar la parte más ritual de la antigua Grecia. Vivimos en la era de la inmediatez y la tecnología, absorbidos además por una pandemia y resulta más necesario que nunca reforzar las raíces del teatro, el encuentro, el convivio y la catarsis colectiva de aquellas primeras representaciones.
¿Qué beneficios cree que aporta la interpretación al ser humano?
Entre un extenso listado de beneficios, el primero que me resuena y que bajo mi punto de vista es de los más necesarios en el ser humano es la empatía. Pero no me refiero solo a empatizar con otra persona sino a ser capaces de hacerlo con todo aquello que nos rodea. ¿Te imaginas cómo pisaríamos el suelo si fuésemos capaces de sentir lo que significa ser esa superficie? Cuando interpretas pones todo tu ser a disposición de aquello que quieres encarnar, sea lo que sea, y ese simple ejercicio es la alquimia que te permite “vivir” otra vida, o un lugar, o un simple objeto.
Usted ha investigado el contexto educativo, se ha formado en pedagogía teatral especializándose en la docencia. Pero no parece que se trate solo de una oportunidad laboral. Hablamos de emociones, de pasiones…
Comencé en la docencia guiado por la absoluta pasión de compartir con otras personas todo lo que la práctica teatral me estaba regalando en mis años de formación. El primer año de carrera, en Málaga, estudiaba Arte Dramático por las mañanas y por las tardes impartía clases de teatro a varios grupos de adultos y adolescentes. Esos encuentros se convirtieron en una extensión de los estudios matinales, no sabría decirte si aprendí más en la carrera o en aquellas primeras formaciones.
Me entusiasma la docencia y cuando imparto alguna formación, por corta que sea, siento la misma responsabilidad que cuando subo a un escenario, con la diferencia que como intérprete busco provocar un recuerdo en el público a través de la escena y como docente persigo que el alumnado genere ese recuerdo a través de ejercicios prácticos, pero el acto de crear por mi parte es en ambos casos el mismo.
Uno de los recursos más utilizados en sus piezas es “el movimiento” en todas sus extensiones ¿Qué es para usted “el movimiento”? ¿Qué aplicaciones tiene y en qué ámbitos se podría recomendar?
De pequeño fui un niño inquieto, nervioso, muy dinámico. En la escuela recuerdo que constantemente me llamaban la atención para que bajase revoluciones. Me encantaba bailar, pero si lo hacía públicamente, siendo niño, era motivo de burla y de insultos, así que dejé de hacerlo y todo ese movimiento se fue durmiendo.
Años más tarde, de adulto, cuando volví a dejar que mi cuerpo se moviese y danzara, comencé a conectar con aquel niño que se moría de ganas por bailar, pero no lo hacía por vergüenza, por miedo al qué dirán y por no incomodar. Así que, actualmente, para mí, el movimiento es un acto de respirar, es mi infancia latente y sobre todo es uno de los lenguajes con los que más me siento a mí mismo. Es un calibrador desde el que me escucho y me nivela física y emocionalmente.
Con el movimiento bombeante del corazón comienza la vida, somos movimiento desde que nacemos y creo que cuando somos capaces de escucharnos desde ese lugar, acompasarnos y latir, es como bailar la vida. Así que, por supuesto lo recomiendo, a cualquier edad, en cualquier lugar y en cualquier momento ¿a quién no le gusta sentir que danza la vida?
Con la fundación de la compañía Cuerpo Teatro en 2017, pudo hacer realidad su sueño de trabajar todas las disciplinas ya no solo como actor, sino como creador artístico, productor o docente. Creo que “Semillas” fue su carta de presentación en la isla. Un proyecto personal nacido de su propia experiencia: sabiduría al servicio colectivo… ¿Es así?
Sí, así es. Fundar la compañía fue ese sueño utópico que tenía cuando estudiaba la carrera de Arte Dramático, lo que no imaginaba es que tendría que desempeñar todas esas funciones que encima del escenario no se ven. Como producir, gestionar, contratar, organizar, negociar… así que “Semillas” no solo es el primer espectáculo de la compañía, sino que se podría decir que también es esos primeros pasos en la isla llamando a muchas puertas, es también la inversión de tiempo, sin descanso, regando una tierra de la que esperas recoger algún fruto y, sobre todo, es la esperanza de aquello que siembras para verlo crecer.
Por otro lado, la creación de “Semillas”, me hizo encontrarme conmigo mismo. Venía de haber estado trabajando en Málaga en varias compañías de teatro y de dirigir a un grupo de veinte personas en un hotel sureño, y de repente me encontré solo, en un pequeño espacio del salón de mi casa, sin apenas recursos ni medios, pero con una gran necesidad de crear y presentarme al público de la isla. Creo que desde entonces me acuñé una expresión que me gusta repetir con frecuencia: “crea con recursos expresivos al alcance las manos”.
Buena prueba de ello es la próxima celebración del IV Festival de Teatro Escolar de Lanzarote en la que participan los centros educativos de primaria, secundaria, bachillerato y ciclos de grado medio de la isla. ¿A qué cifra de alumnos alcanzará y qué balance hace del proyecto en estos años?
En esta edición se ha triplicado el número de inscripciones para asistir a la celebración del festival y hemos tenido que duplicar los pases para acoger a todo el público que en total se espera que sean más de 7.000 personas. Esta cifra, significa mucho para el festival; es la confirmación de lo importante, necesario y complementarias que son las artes escénicas en el contexto educativo, así que no podemos estar más felices.
Desde el nacimiento de este proyecto en el año 2018, cuando el Área de Cultura de Lanzarote decidió apostar por la iniciativa; la acogida por parte de los centros educativos ha sido fantástica. Uno de los objetivos del Festival es crear escuela de espectadores, educar la mirada crítica y sensible del público más joven, pero también convertir el escenario en un lugar de encuentro para dar visibilidad a la realidad de niños, niñas, adolescentes y jóvenes; un “escaparate” de aquello que les ilusiona, les preocupa, les indigna, les asusta, etc. y todo ello desde el prisma de las artes escénicas. Las representaciones están hechas por y para el alumnado bajo la mirada de los/as docentes. Llevando a cabo un proceso de creación en colectivo, donde el punto de partida es el juego, la improvisación, la investigación y el diálogo. No se parte de ningún texto literario, sino que es el propio alumnado con la ayuda del profesorado quien va dando forma a todo lo que se genera en las sesiones. El resultado en cada una de estas ediciones es único, genuino e identitario.
Las estadísticas de afluencia a los espectáculos de danza y teatro en la isla han ido in crescendo y garantizan la tendencia y la afición por estas artes que le otorgan cierta estabilidad. ¿Cuál es su valoración al respecto?
Creo en lo que afirman esas estadísticas que comentas y además doy fe de que, en estos últimos años como espectador, he notado ese incremento y también el interés en la población residente. Por lo tanto, mi valoración es muy positiva no solo por la presencia de estas disciplinas en la programación cultural de la isla sino también por la calidad de los espectáculos programados.
Sin embargo, como espectador y artista, también te diría que me encantaría que hubiese muchísima más oferta y con más regularidad. Del mismo modo que hay avenidas congestionadas de restaurantes, puerta con puerta, llenos de personas y nadie se sorprende. Me encantaría que la afluencia al teatro fuese también así y para eso todavía nos queda un empujoncito más como sociedad, pero creo que vamos progresando adecuadamente.
En general, ¿cree que se podría “vivir” como profesional de las Artes Escénicas en Lanzarote? ¿Nota alguna diferencia en este sentido con respecto a otros lugares?
Vivir de las Artes Escénicas no es fácil, pero no solo en Lanzarote, me atrevería a decir que en la mayoría de los sitios. Es un oficio en el que la pasión te empuja hasta consumir gran parte de tu tiempo y, a pesar de que la satisfacción por hacer algo que te apasiona es gratificante, puede acabar siendo agotador y económicamente poco valorado.
Una de las cosas más complicadas en esta profesión ha sido poner precio a mi trabajo, precisamente porque ahí se incluye tiempo, mucho tiempo, ideas, ilusión, pasión… pero finalmente, lo que se vende, lo que acompaña al precio es un espectáculo que “tan solo” dura 50 minutos. En este sentido creo que sigue habiendo desconocimiento por la profesión, por lo que implica. Dedicar cinco meses a pensar y a crear día y noche entorno a una idea que se acaba materializando en tan solo unos minutos. Un trabajo que, en el mejor de los casos, lo has podido llevar a cabo en el local de ensayo, pero en otros casos ese espacio es tu propio salón.
Por este motivo es importante que desde las instituciones se sigan destinando ayudas y subvenciones para la producción, pero al mismo tiempo se debería de apostar también por ofrecer recursos que ayuden al proceso creativo, al entrenamiento o a la investigación en nuevas dramaturgias, por ejemplo, a través de residencias artísticas o la habilitación de espacios públicos destinados a estos usos.
¿Cómo valora la oferta cultural en general en la isla? ¿Es lo suficientemente diversa? ¿Qué destacaría para su desarrollo y fortalecimiento?
Creo que actualmente hay una sensación generalizada de afloramiento cultural, especialmente a raíz de la reapertura, hace ya unos años, de El Almacén. En el caso de la danza, festivales como Traslación, Suelo y Aire o la extensión de Massdanza, están haciendo que esta disciplina llegue a otros públicos. Por otro lado, Titiritías, Harionetas, o Escena Lanzarote, también han logrado acercar a la isla nuevos lenguajes escénicos que se alejan de los más comunes.
Sin embargo, sería estupendo que cada vez con mayor asiduidad, además de las fechas puntuales de los festivales, la danza y el teatro en toda su variedad de lenguajes estuviesen más presentes, y no solo en teatros sino también en espacios no convencionales. Tenemos la suerte de vivir en un lugar rodeado de enclaves que por sí mismos son auténticos escenarios naturales, esperando únicamente a ser habitados por el arte de acción, por la danza, la performance, la palabra… esta fusión sería un resultado absolutamente único e identitario de la isla.
Háblenos de otro gran proyecto como es “Ceguera”, espectáculo basado en la novela “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago, que se estrenará próximamente para conmemorar su Centenario.
Ceguera es la pieza escénica con la que concluirá un Laboratorio Teatral que se inició el pasado mes de marzo, compuesto por 20 participantes, de diferentes edades, con y sin experiencia previa en artes escénicas. Tras haber leído la novela “Ensayo sobre la ceguera”, en la que se inspira la pieza escénica, el objetivo principal en estos meses de trabajo ha sido bucear en el fascinante universo de Saramago, indagando los pasajes de la novela a través del teatro físico, las acciones y el movimiento.
Este proyecto me ha permitido seguir investigando en algo que desde hace algunos años me resulta muy interesante, que tiene que ver con trabajar desde el cuerpo y no desde la persona, es decir, sin importar la edad, el género, la procedencia… Creo que cada vez hay una tendencia mayor a etiquetar cualquier comportamiento, actitud, gesto o palabra y en ese sentido las sesiones en el Laboratorio Teatral se convierten en un terreno de juego donde solo hay cuerpos al servicio de la acción, de lo físico y del movimiento. Cuerpos que simplemente buscan habitar un espacio vacío, o únicamente transitarlo, cuerpos que se limitan a observarse y observar… Y es curioso, pero al final, las acciones que más básicas y humanas nos parecen son a las que más nos cuesta jugar.
¿Qué otros proyectos de futuro tiene en mente?
Pues, si te soy sincero, este contexto de pandemia me ha dejado una secuela que todavía estoy asimilando y es que no soy capaz de pensar en un futuro. Es algo extraño que no te sabría explicar, pero he perdido de algún modo la noción del tiempo. Así que no soy capaz de organizarme, ni pensar en lo que haré el próximo mes de octubre. Voy poquito a poco.
Aunque, si puedo decirte lo que me encantaría. Me gustaría comenzar a preparar la quinta edición del Festival Teatro Escolar con mejoras y novedades. También deseo retomar un proyecto aparcado de danza-teatro con marionetas corpóreas y, ahora que poco a poco se vuelven a mostrar las sonrisas ocultas quiero retomar los cursos de formación.
Esther G. Alonso