El milagro de hacer teatro
Entre los nombres que explican nuestra identidad cultural, Alonso Quesada ocupa un lugar imprescindible, aunque a menudo olvidado. Como cronista y poeta, supo mirar a Canarias con un humor ácido y una lucidez que, cien años después, nos sigue retratando. Leerlo hoy es descubrir que los gestos, las contradicciones y las esperanzas de su época son también las nuestras. Su ironía sobre la “platanofilia” o su mirada socarrona hacia la política resuenan como si hubieran sido escritas ayer. Sin embargo, su nombre sigue siendo, para muchos, una referencia lejana o incluso desconocida.
De ahí la importancia de proyectos como el que trae este mes a Lanzarote Israel Reyes, con Siempre: tres poemas, dos crónicas y un chelo. Más allá de la puesta en escena, lo que se propone es un acto de pedagogía cultural: acercar a un autor que forma parte de nuestro ADN insular, pero que necesita ser reintroducido en la conversación colectiva. Porque la cultura no se preserva sola: requiere de mediadores, de artistas, de instituciones que entiendan que no hay futuro sin memoria.
El propio Reyes, en la entrevista de esta edición de Mass Cultura, lo dice con claridad: vivir del teatro en Canarias es casi un milagro. Lo es porque, aunque el talento abunda, los recursos siguen siendo escasos. Las cifras que pone sobre la mesa hablan por sí solas: en un solo concierto o en un fin de semana de fiestas, los cabildos y los ayuntamientos gastan diez veces más de lo que dedican a programación cultural en todo un año.
Mientras tanto, seguimos hablando de la necesidad de “crear públicos” y de formar a nuevas generaciones, pero sin inversión real en la creación, todo ese talento que florece acabará marchitándose o emigrando. Tal vez este octubre, al escuchar la voz de Alonso Quesada y la de quienes hoy lo ponen en escena, recordemos algo esencial: que sostener la cultura no es un lujo, es una manera de sostenernos a nosotros mismos.