Sonidos Líquidos, 15 años haciendo que el vino suene a pop rock
Cuando Neftalí Acosta se propuso celebrar conciertos en algunas bodegas de la isla, quería huir de la imagen tradicional que asocia vino y queso a parranda y folclore. “Respetando por supuesto folclore, lo que quería era llevar otro tipo de sonido y una oferta variada dentro de lo que podríamos llamar pop rock”, recuerda. Hoy, aquel festival modesto que empezó con aforos de 50 personas cuenta con reconocimientos dentro y fuera de España y agota entradas con medio año de antelación. Sonidos Líquidos celebra su 15 aniversario demostrando que el vino también puede sonar a rock, a indie, a electrónica, a folk… y a lo que se proponga.
El camino se inició en la primavera del 2011, cuando Acosta le planteó su idea al Consejo Regulador, pero la primera semilla hay que buscarla mucho antes. Allá por mediados de los años 90, cuando Sonidos Líquidos no era siquiera un proyecto, hubo una primera prueba piloto: la pequeña bodega que la familia de Neftalí Acosta tiene en La Geria empezó a acoger conciertos “para los colegas”, sin más pretensiones que “pasarlo bien”.
La primera semilla del festival surgió sin saberlo en una bodega familiar, con conciertos “para los colegas”, sin más pretensiones que “pasarlo bien”
El resto, lo hizo su pasión por la música. “Como melómano que soy, durante años he ido a muchos festivales y de alguna manera quería traer a Lanzarote algo así, pero dándome cuenta de que tampoco podía pretender traer aquí un Benicasim, sino adaptarlo realmente a la isla, a lo que tenemos nosotros”.
Así, inspirado también por el Festival de Música Visual, surgió la tímida idea de llevar “algún conciertito” a las bodegas los domingos por la mañana, para maridar música, vino y gastronomía, pero también paisaje. “Pensé que en el Consejo Regulador me iban a decir que ni de coña, pero no fue así”, recuerda con una sonrisa.
El despegue
Ese 2011 empezaron con conciertos en cuatro bodegas y en 2012 repitieron, ampliando un poco el aforo, pero con un máximo de entre 50 y 100 personas. Al año siguiente, en 2013, dieron el gran salto, con el primer gran concierto en Bodega La Geria. “Yo le planteaba al propietario un evento desde las 7 de la tarde hasta las 12 de la noche con tres grupos, y como mucho creía que íbamos a tener 1.000 personas, pero al final fueron 1.800”.
A partir de ahí, despegaron y siguieron creciendo, con otro hito importante en su historia. “Siempre digo que cuando vino Vetusta Morla en el 2015 marcó un antes y un después. Lograr traer a una banda que ya entonces estaba muy arriba, que tuvimos que traer un tráiler de la Península con parte de su equipo, nos puso todavía más en el mapa musical. Cuando arrancó la primera canción fue un momento muy mágico”, evoca Neftalí Acosta.
Mientras tanto, habían empezado ya a traspasar las fronteras de la isla. Desde 2013 comenzaron a llevar el festival fuera de Lanzarote y durante estos años han estado en prácticamente todas las islas de Canarias, en Bilbao, cinco veces en Madrid en diferentes mercados y vinotecas, e incluso en la embajada de España en Berlín. “Hace 15 años no tenía yo esto en la cabeza ni adrede, pero estoy muy contento de haber llegado a este punto”, admite el impulsor y director del festival. No obstante, también subraya que “ha sido un crecimiento moderado, sostenible y teniendo los pies en la tierra”.
“Hace 15 años no tenía yo esto en la cabeza ni adrede”, admite Neftalí Acosta, que ha convertido una idea utópica en un festival con sello propio
Los pequeños conciertos iniciales de los domingos se mantienen dentro de festival, con aforos de entre 250 y 350 personas, bajo el nombre de “The Berlingueo”, pero el concierto en Bodega La Geria es el plato central de Sonidos Líquidos. “Con la ley en la mano y con el espacio que hay allí, podríamos meter hasta 5.000 personas, pero tuvimos claro siempre que no queríamos pasar de 3.000, porque además se suma la logística de acceso al festival”, explica Acosta.
De hecho, hace dos años decidieron incluso reducir el aforo un 10% para “mejorar la experiencia”, poniendo el límite en unas 2.700 personas, porque detectaron que la edición de 2022 había sido “un poco más caótica”. “Nosotros no queremos petar aquello porque no es nuestro objetivo. Lo que queremos es que la gente disfrute, que esté a gusto, que no haga colas en el baño o que no haga colas para pedir una copa de vino. Queremos que esté cómoda y que pueda fluir”.
Sostenibilidad
Más allá de su propuesta artística, si hay algo de lo que presume Sonidos Líquidos es su apuesta por la sostenibilidad. De hecho, ha recibido distintos reconocimientos -como el premio al festival más sostenible de España en los Iberian Festival Awards de 2024-, y anualmente es auditado por una empresa británica especializada, que en los últimos años les viene dando tres estrellas de un máximo de cuatro.
Aún así, el debate sobre el uso de espacios protegidos para eventos culturales o deportivos está muy vivo en Lanzarote, y Neftalí Acosta no huye de él. “Yo respeto mucho la visión de los que creen que no se deben hacer este tipo de eventos en un espacio tan delicado, pero invitaría a esa gente a que investigue un poco. Es un debate interesante y me gusta explicar lo que hacemos y cómo lo hacemos, porque creo que nosotros tenemos ciertos puntos que hacen que destaquemos en ese sentido”, defiende.
Por un lado, subraya que el concierto se realiza en el párking de una bodega, donde diariamente ya estacionan guaguas y coches: “No nos salimos de ese perímetro de las instalaciones de la bodega. Es decir, no estamos pisando un hoyo”. Además, desde 2013 está prohibido el acceso en vehículos particulares, por lo que habilitan guaguas para garantizar la seguridad y para minimizar el impacto; apuestan por la gestión responsable de residuos y por la reducción del uso de plásticos; y también deben cumplir condicionantes de Medio Ambiente relativos, entre otras cosas, a la limitación del sonido y de la iluminación. “Cada año se van endureciendo y los vamos cumpliendo”, señala.
De hecho, desde que iniciaron el proyecto han tenido que hacerse expertos en normativa. “Ahora todo el mundo sabe de permisos y de periodos de nidificación de aves protegidas, pero nosotros en 2013 tuvimos que buscar información con expertos en temas de medio ambiente, en aves, en patrimonio… Nos dimos cuenta de todo lo que había que mover para llegar a poder abrir las puertas con todos los permisos”, explica. Y lo mismo con la seguridad.
Cuando realizaron el primer gran concierto en Bodega La Geria acababa de producirse la tragedia del Madrid Arena, que llevó a una modificación de la Ley de Espectáculos. “El primer plan de seguridad que se hizo en Lanzarote fue con Sonidos Líquidos. Se reunió por primera vez la Junta de Seguridad, con representantes de la Delegación de Gobierno, Tráfico, Protección Civil… y todo el mundo estaba un poco perdido”, recuerda. “Costó mucho y sigue costando, porque siempre va habiendo modificaciones, pero ha sido un aprendizaje. A veces digo que hubiera sido más fácil hacerlo en el recinto ferial de El Reducto, pero no sería igual”.
En definitiva, Acosta apuesta por encontrar un equilibrio: “No todo vale, por supuesto, y hay cierto tipo de eventos que a lo mejor deberían limitarse o controlarse, pero creo que no puede ser el no por el no, igual que no puede ser el sí por el sí. Tiene que haber cierto equilibrio y creo que en ese sentido, en Sonidos Líquidos estamos intentando mantenerlo y no pasarnos de vuelta”.
Apoyo e impacto
Aunque este año han subido el precio y han agotado las entradas con seis meses de antelación, los organizadores saben que mantener Sonidos Líquidos sería imposible sin el apoyo institucional -que supone entre el 30 y el 35% de la inversión, a través del Gobierno de Canarias y del Cabildo-, y también del Consejo Regulador y de empresas privadas que colaboran. “Si ya en Canarias cuesta traer cosas por la ultraperiferia, en nuestro caso se complica más, porque hacerlo en un espacio como este también implica unos costes mayores, y porque el aforo que tenemos es relativamente reducido si lo comparamos con otros eventos”.
Sin embargo, justifica el impacto económico y promocional que genera. “Los últimos años hemos hecho informes con una consultora y estamos, de manera directa e indirecta, en unos 2,6 millones de euros de impacto real, porque el 62% del público viene de fuera de Lanzarote: muchos de Canarias, pero también de la Península y de otros puntos de Europa”, apunta. Y a esto se suma el “impacto intangible”.
“Estamos promocionando un evento en un espacio muy especial, muy delicado, que creo que hace que se venda Lanzarote en los términos que últimamente, mejor o peor, estamos todos trabajando en ello. El territorio es nuestra primera herramienta y en este caso estamos ofertando también el fruto de ese espacio, el vino de Lanzarote, que ya de por sí se está vendiendo solo, y eventos como el nuestro han puesto su granito de rofe, pero hay que seguir recordando que trabajar en esas fincas es complicado”. Pero sobre todo, Neftalí Acosta cree que Sonidos Líquidos aporta a Lanzarote “otra manera de disfrutar la isla, respetuosa con el entorno, donde el kilómetro cero también es destacado”.
Todo eso ha mantenido vivo un festival que no paró ni durante la pandemia, como recuerda Neftalí: “En 2020 y 2021 lo adaptamos a las circunstancias del momento y todos los años hemos estado celebrándolo de una manera u otra. Así hemos llegado a esta edición, que es la 15, y esperemos que haya muchas más”.
EL CARTEL ES EL PAISAJE:
del hito de Vetusta al presente con Lori Meyers
Si hay algo que define a Sonidos Líquidos es que, antes que ningún grupo, el gran reclamo sigue siendo su escenario. “Siempre hemos dicho que nuestro cabeza de cartel es el paisaje utópico de La Geria”, afirma Neftalí Acosta. Y los datos lo avalan: las entradas vuelan cada año y en esta edición, se agotaron sin conocerse siquiera los nombres de los grupos que actuarán el 7 de junio en la bodega La Geria.
El entorno, con vistas al Timanfaya y rodeado de un paisaje único, termina por conquistar también a los artistas, que muchas veces cambian el chip al llegar. “Alucinan con dónde están tocando”, asegura el director del festival.
Con todo, la propuesta musical no se descuida. El equilibrio entre artistas locales, nacionales e internacionales sigue siendo una seña de identidad. “Traer mañana a los Rolling Stones estaría muy bien, pero sueños y quimeras aparte, creo que ciertos nombres no son para un espacio como el nuestro, por capacidad y por condiciones. Lo que buscamos es coherencia con el lugar y con el tipo de experiencia que queremos ofrecer”, explica Acosta. Esa coherencia se traduce en una selección pensada para sorprender, pero también para mantener un nivel artístico que ha ido ganando reconocimiento.
Este año, uno de los platos fuertes es Lori Meyers, una de las bandas más influyentes del indie español, que por primera vez actuará en Lanzarote. “Llevábamos siete años intentando traerlos y por fin lo hemos conseguido. No suelen tocar en Canarias, así que creemos que será un gran concierto”, adelanta Acosta. Junto a ellos, destaca la potencia escénica de Queralt Lahoz, que mezcla flamenco con soul y ritmos urbanos; la energía garajera y psicodélica de los canadienses Wine Lips – “un grupo que me traigo para mí”, confiesa Acosta-, o la psicodelia sureña de Vera Fauna, que llega en pleno auge.
Completan el cartel nombres como Eva Olvido, con su pop emocional; Brolorizo, una propuesta provocadora que rebosa frescura; Isa Izquierdo & MVBA, aportando potencia vocal, y Los Callaos, la banda de Lanzarote que aportará el sabor local. Todo ello tras el éxito de los conciertos celebrados bajo el sello “The Belingueo”, en la Casa Museo del Campesino y la bodega El Grifo, con artistas como Acantha Lang, Los Mejillones Tigre o Repion.
Pero más allá de este 2025, Sonidos Líquidos ha dejado momentos memorables. A Neftalí Acosta, los primeros que se le vienen a la mente son algunos de los conciertos más íntimos de los domingos “The Berlingueo”, como el de Morgan o el de Ángel Stanich. Y en el gran formato, desde la histórica actuación de Vetusta Morla en 2015, “un antes y un después” para el festival, hasta la llegada en 2023 de Arde Bogotá, cuando su popularidad empezaba a dispararse. No obstante, confiesa que ha sido en los últimos años cuando ha podido “empezar a disfrutar un poco” de los conciertos en la bodega La Geria, “porque los primeros años era siempre estar pendiente de mil y una historias”.