La Virgen de Los Dolores hará historia con su tercera Bajada a Arrecife
Hace 59 años, Lanzarote disfrutó del “acontecimiento más extraordinario, solemne y trascendente que ha vivido la historia religiosa insular en todos los tiempos”, según la crónica que publicó el diario Antena el 21 de diciembre de 1965. Se refería así a la Bajada de la Virgen de Los Dolores, desde su santuario de Mancha Blanca hasta la capital de la isla, que solo se había vivido en una ocasión. Ahora, ese evento volverá a repetirse el próximo 30 de noviembre, por tercera vez en la historia.
Los miles de romeros que cada año acuden a Los Dolores, esta vez podrán hacer el camino inverso, acompañando a la Virgen en una peregrinación que se iniciará en torno a las 6 de la mañana en Mancha Blanca; y que se espera que culmine sobre las 17 horas en la Iglesia de San Ginés, después de recorrer 18 kilómetros.
Por el camino desde Tinajo a Arrecife, habrá paradas en los municipios de Teguise y San Bartolomé, y muy especialmente ante el volcán de Tao, ya que este año se cumplen 200 años de su erupción. “Aunque en esta ocasión no enfrentamos una amenaza volcánica, reconocemos las múltiples amenazas actuales para la convivencia mundial, social y personal, y esperamos que esta bajada fomente una experiencia profunda y comunitaria de la fe, ofreciendo una guía ejemplar para la vida personal y social”, expresó el obispo auxiliar de Canarias, Cristóbal Déniz, al anunciar esta cita.
Desde la Diócesis afirman que decidieron recuperar esta tradición porque había “una demanda recurrente de la sociedad lanzaroteña, tanto de quienes vivieron la última peregrinación hace 59 años, como de las nuevas generaciones que desean experimentar este evento transmitido por sus mayores”. En palabras del obispo auxiliar, confían en que “este evento eclesial y social resonará no solo en Lanzarote, sino en toda nuestra Diócesis”.
Para ello han contado con la colaboración de los ayuntamientos de Tinajo, San Bartolomé, Teguise y Arrecife y también del Cabildo de Lanzarote, que espera que “este hecho histórico para Lanzarote cuente con el arrope de la sociedad lanzaroteña y graciosera”.
Tras su llegada a Arrecife, la imagen de la Virgen de Los Dolores permanecerá allí durante una semana. Después retornará a su ermita, el 8 de diciembre, coincidiendo con la festividad de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.
Tres siglos de devoción
La devoción a la Virgen de los Dolores en la isla viene desde las erupciones históricas que tuvieron lugar entre 1730 y 1736. Cuando los brazos de lava se acercaban amenazantes a Tinajo, los vecinos salieron en procesión, portando un cuadro con la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, prometiéndole construir una ermita en su honor si detenía la erupción. La tradición oral cuenta que uno de esos vecinos se adelantó hasta el borde de la colada volcánica y clavó allí una cruz de tea, justo en el punto donde la lava se detuvo.
La imagen de Nuestra Señora de Los Volcanes saldrá de su ermita el próximo 30 de noviembre para peregrinar hasta la capital de la isla por tercera vez en la historia
Los vecinos celebraron el “milagro”, pero olvidaron su promesa. Hasta que años más tarde, una pastorcilla de 9 años, Juana Rafaela, contó que había visto en la montaña a una señora vestida de negro que se le acercó y le pidió que recordara a los mayores la promesa que habían hecho. Fue entonces cuando se levantó la ermita de Mancha Blanca, y a ella volvieron acudir los vecinos cuando un siglo después comenzó la erupción en Tao. Reaccionaron sacando por Tinajo la imagen de la Virgen para pedir el fin de la erupción, y por eso algunos sitúan ahí la primera Bajada de la Virgen de Los Dolores.
Sin embargo, aunque aquel episodio reforzó la devoción y la convirtió también en la Virgen de Los Volcanes, los historiadores no sitúan ahí la primera Bajada de la Virgen a Arrecife. La primera documentada similar a la que se va a celebrar ahora tuvo lugar el 13 de agosto de 1939, como acción de gracias por la finalización de la Guerra Civil española. La segunda, en 1965, se celebró con motivo de la Cruzada del Rosario en Familia, un movimiento católico fundado por el sacerdote Patrick Payton.
La última Bajada de la Virgen
Esa segunda Bajada de la Virgen fue la que recogió el periódico Antena hace casi seis décadas, en una crónica firmada nada menos que por Guillermo Topham. “Según datos oficiales, 25.000 mil personas llegadas de los más recónditos lugares de la isla han acudido presurosas y alegres a esta llamada de la fe y de la oración, con el alma prendida en los pliegues del manto glorioso de la Virgen de los Volcanes, y el corazón abierto en anchura esplendorosa al mensaje dulce y profundo del indoblegable padre Peyton. Hasta el día quiso unirse con su suavidad y hermosura a esta jornada espectacular y brillantísima, con un sol, una luz y un mar, que bañaban el ambiente da alegría y el espíritu de dulzura, de sosiego y de paz”, relataba.
El diario Antena calificó la última Bajada de la Virgen como el “acontecimiento más extraordinario, solemne y trascendente que ha vivido la historia religiosa insular en todos los tiempos”
Entonces también se incluyó una parada en el pueblo de San Bartolomé, donde se levantó una amplia tribuna, con la colaboración desinteresada de aparejadores, empresas constructoras y establecimientos comerciales del ramo, según recogía también el periódico El Eco de Canarias. Allí, en un lugar preferente, se situó la Virgen de Los Volcanes, presenciando las palabras que el padre Peyton dirigió a los fieles y la música sacra que sonó en su honor.
Durante todo el trayecto hasta la capital, cientos de fieles acompañaron a la Virgen. Sobre todo hombres y mujeres del campo, “con sus cabezas azotadas por un sol ardiente y sus rostros cuajados del polvo del camino”, decía Antena. Subida a una gran carroza que simulaba un volcán, Nuestra Señora de Los Dolores llegó a Arrecife, donde hasta 500 palomas mensajeras de la sociedad de colombofilia salieron a recibirla.
“Un acontecimiento apoteósico, cuyo éxito ha rebasado en mucho los cálculos previstos y que pone una vez más de manifiesto la voluntad irrefutable de un pueblo de unirse más estrechamente a Dios, con el clamor de la oración, como un puente tendido entre el cielo y la tierra”, decía Guillermo Topham en su crónica.
La primera vez
La primera Bajada de la Virgen de Los Dolores, recién comenzada la dictadura tras el fin de la Guerra Civil, aparece documentada en el diario Falange, que dio cuenta de aquel evento celebrado en la isla el 13 de agosto de 1939. La crónica se publicó más de un mes después, y comenzaba hablando de “la modestia de los hijos de Lanzarote”, que “apegados a su tierra, gozosos de su tesoro, familiarizados al silencio de sus campos llameantes, apenas turbados por el lento caminar de sus dromedarios”, “ni buscan el reclamo estrepitoso ni la propaganda bullanguera e hiperbólica”.
Después, tras varias referencias más a la identidad de la isla y de sus gentes, comenzaba a relatar lo que se vivió entre aquel 13 de agosto de 1939 y el día 20 del mismo mes, cuando la virgen regresó a su ermita. “Lanzarote se estremeció toda, sacudida de su letargo nirvánico, durante las dos semanas que vivió esa honda conmoción espiritual producida por la bajada de la Virgen de los Dolores a la capital Arrecife y la Visita Pastoral del Prelado Excmo. señor doctor Antonio Pildain, que quiso recorrer personalmente los últimos repliegues de la isla, en función de Padre y Pastor, y aún prolongó su estancia para ejercer su ministerio apostólico en la abandonada isla de La Graciosa”.
La Diócesis de Canarias decidió volver a celebrar este evento después de casi seis décadas, porque afirma que había “una demanda recurrente de la sociedad lanzaroteña”
Sobre el inicio de este evento, con una misa en la ermita de Mancha Blanca, decía que “fue tal la concurrenda, que el orador se vio precisado a predicar desde la puerta del templo, a fin de que su palabra llegara a todos los fieles, que ocupaban apretujados iglesia y plaza”. Después, la imagen de la Virgen salió de su santuario (“por primera vez en dos siglos”, decía la crónica, probablemente en referencia a aquella salida por Tinajo con motivo de la erupción de Tao), “artísticamente colocada sobre un auto y defendida de los vientos por una vitrina de cristal”.
“El entusiasmo del pueblo -apenas contenido hasta entonces-, no conoció límites. Se apretujaba junto a la imagen y todos querían gustar la caricia de aquellos ojos de milagro y de aquel rictus de dolor, que el escultor cinceló en aquellos labios, tan finos y tan expresivos”, continuaba el artículo.
En aquella ocasión, la primera parada se realizó en la Iglesia de Tinajo, aunque se incluyeron otros “descansos” en el camino para las peregrinos que acompañaban a la virgen, entre los que había “no pocas mujeres descalzas”. A su llegada a Arrecife, salió a recibirla la imagen de San Ginés, patrón de la capital.
Tras una semana de distintas citas religiosas, la imagen de Los Dolores regresó a su ermita el 20 de agosto, de nuevo acompañada por un gran número de peregrinos. Según la crónica del diario Falange, “su despedida fue coronada por una emocionada y tiernísima despedida del señor Obispo, que hizo llorar a los concurrentes”.
Ahora, el próximo 30 de noviembre la Virgen de Los Volcanes volverá a peregrinar por la isla, en una cita que no solo encierra religión, sino también tradición, cultura y el arraigo popular de la isla con su patrona.
La Bajada de la Virgen, una arraigada tradición en Canarias
Las situaciones de extrema necesidad que ha vivido el pueblo canario a lo largo de su historia son las que dieron lugar a una tradición enormemente arraigada en la mayoría de las islas: la Bajada de la Virgen. Ante sequías, erupciones volcánicas, epidemias, hambrunas o plagas, los tinerfeños, los grancanarios, los palmeros o los herreños se encomendaban a su patrona insular. La imagen de la Virgen salía de su santuario habitual y era trasladada a la capital de la isla, donde el pueblo se unía en oración.
Las primeras referencias de esta tradición en Canarias datan del siglo XVI. En enero de 1555, la Virgen de Candelaria fue conducida en peregrinación a la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, que era entonces la capital de Tenerife, por temor a los franceses y a los ataques que habían realizado con anterioridad en las costas.
La siguiente referencia está en Gran Canaria, con la Primera Bajada de la Virgen del Pino a Las Palmas de Gran Canaria en marzo de 1607, para pedir lluvia tras un largo periodo de sequía. Más tarde llegaron la Bajada de la Virgen de las Nieves a Santa Cruz de La Palma y la de la patrona de El Hierro, la Virgen de los Reyes. En cuanto a la Gomera, desde 1872 se celebra la Bajada de la Virgen de Guadalupe desde su santuario de Puntallana hasta la capital.
En las islas de Lanzarote y Fuerteventura, esta tradición ha estado menos presente. También se recurría a la Virgen en los momentos difíciles, como durante las erupciones volcánicas de Timanfaya, pero las patronas de estas islas solo han visitado las capitales insulares en momentos muy puntuales.
Sin embargo, aunque en Lanzarote solo hay documentadas dos Bajadas de la Virgen de Los Dolores a Arrecife (en 1939 y en 1965), lo cierto es que la anterior patrona de la isla, la Virgen de Las Nieves, sí bajaba desde su ermita en el macizo de Famara hasta la que que entonces era la capital de Lanzarote, Teguise. El cronista oficial de La Villa sitúa la primera de esas bajadas en 1724, aunque esa tradición terminó desapareciendo, pese a los intentos que ha habido por recuperarla.
Actualmente, La Palma y La Gomera siguen celebrando esta tradición cada cinco años, mientras que El Hierro lo hace cada 4. En Tenerife, la Diócesis de Canarias institucionalizó en 2001 que cada siete años, alternativamente, se trasladara la imagen de la Virgen de Candelaria a Santa Cruz de Tenerife (capital insular) y a San Cristobal de La Laguna (capital de la Diócesis de Tenerife), aunque en este caso no tiene el mismo carácter de fiesta popular.
En Gran Canaria, la imagen de la Virgen del Pino es bajada a Las Palmas de Gran Canaria solo cuando se celebran grandes acontecimientos religiosos, como el que tuvo lugar en 2014, al celebrarse el centenario de su designación como patrona de la Diócesis de Canarias. Junto a estas, existen en Canarias otras bajadas de carácter más regional o comarcal, aunque ninguna de ellas tiene lugar en Lanzarote, que podrá revivir lo que supone este evento el próximo 30 de noviembre.