Cultura e identidad tejida a fuego
Lanzarote ha forjado su identidad a fuego, combatiendo las adversidades a lo largo de su historia con un tenaz instinto de supervivencia. Eso es lo que nos recuerda el nuevo libro de Pepe “el Uruguayo”, La Cultura del Volcán, que va más allá del relato de un desastre. El historiador se centra en esta ocasión en cómo se adaptó la población conejera a la nueva realidad tras las devastadores erupciones del siglo XVIII, y cómo levantó su cultura sobre las cenizas, a base de resiliencia y creatividad.
Sin embargo, el libro también plantea preguntas sobre el futuro. La reflexión del autor sobre los límites del ser humano frente a la fuerza de la naturaleza conecta directamente con el debate que se ha reabierto en Lanzarote y en todas las islas sobre el actual modelo turístico de masas, y sobre los peligros de la presión urbanística y la explotación de recursos. Lanzarote corre el riesgo de perder su esencia, y es un peligro tan real como las amenazas volcánicas de antaño.
En este sentido, las enseñanzas que nos dejan los volcanes son claras: debemos aprender a coexistir con nuestra tierra, respetando sus ritmos y sus límites. En un mundo donde a menudo se ignoran las lecciones del pasado, la necesidad de recordar que somos parte de un ecosistema más grande nunca ha sido tan relevante.
«La cultura del volcán» nos invita a recordar que la identidad de Lanzarote está tejida con hilos de historia, naturaleza y potencial humano. Nos desafía a pensar sobre nuestra relación con el entorno, a valorar la memoria colectiva y a buscar formas de vivir que no entierren nuestras raíces.
A esa reflexión contribuirá también la Bajada de la Virgen de Los Dolores prevista para el próximo 30 de noviembre, que es mucho más que un acto religioso histórico. El vínculo de Lanzarote con su patrona es también reflejo de sus tradiciones y su historia, y un momento propicio para recordar de dónde venimos.
Más allá del turismo, más allá del desarrollo, existe una historia, una memoria y una cultura que merece respeto. Como aquellos que danzaban ante la luz de las erupciones porque no podían dormir, los lanzaroteños de hoy deben seguir encontrando maneras de celebrar y preservar su identidad.