Hace balance en el 30 aniversario de Mararía
“El principio fue cuesta arriba y teníamos que luchar el doble, pero ahora Lanzarote y Mararía son una sola cosa”
Gala de Aniversario “Mararía”
Jueves 4 de julio, 20 h
Teatro Víctor Fernández Gopar “El Salinero”
Entrada gratuita en culturalanzarote.com
Año 1994. Un grupo de mujeres se une para llenar un vacío en la sociedad lanzaroteña. Una asociación social y cultural que luche por la igualdad en todos los ámbitos. Que levante la voz por las mujeres que no pueden hacerlo y que al mismo tiempo brinde apoyo y recursos a las que viven situaciones de violencia o de vulnerabilidad. Esa asociación con nombre de mujer lanzaroteña de novela, Mararía, cumple hoy 30 años y cuenta con 1.300 socias. Tanto ellas como las que ya no están la han llevado hasta aquí, pero si hay otro nombre indisoluble al de Mararía es el de Nieves Rosa Hernández, que la preside desde su fundación.
Con motivo de este aniversario, Nieves Rosa hace balance “mirado hacia dentro de verdad”, con emoción y “de todo corazón”, para repasar lo que han sido estos años. Unos años con unos comienzos difíciles, que se han visto compensados con los reconocimientos que han ido llegando después -como la declaración en 2011 como Entidad de Utilidad Pública por el Ministerio del Interior-, pero sobre todo con el arraigo que sienten que tienen en la sociedad lanzaroteña.
A esa sociedad, y a todas las mujeres y todos los hombres que han hecho posible Mararía, dedicarán este jueves 4 de julio la gala con la que celebrarán este 30 aniversario en el Teatro Víctor Fernández Gopar El Salinero. En la cita no faltará la música, con grupos y artistas que son parte de la identidad de la isla, como la Parranda Los Buches.
También habrá un recital poético de la escritora y poeta Elsa López, acompañada por la cantante Ayla Rodríguez y el guitarrista Tomás Perera, y actuará la Agrupación Folclórica Los Campesinos. “Ellos celebran sus 60 años y nosotros aspiramos a lo que ellos son. A cumplir otros 30 años evolucionando siempre con las necesidades, que ojalá cada vez sean menos en violencia de género y desigualdades, pero sí con la parte cultural”, apunta Nieves Rosa Hernández. Ese es su sueño. “Algún día estaremos en igualdad y haremos muchas más cosas culturales, porque la cultura llena el alma, cambia mentalidades y nos hace más ricos a todos”.
Redacción Mass Cultura
Es difícil que alguien en la isla no conozca Mararía, pero igual es más complicado el ejercicio de memoria para recordar sus inicios. ¿Cómo fue ese comienzo de la asociación?
Siempre lo digo, porque es la verdad: fuimos un grupo de mujeres que en aquel momento estábamos muy implicadas en lo social por nuestras profesiones respectivas y sabíamos que la igualdad en la isla no tenía ningún recurso ni ningún recorrido, tampoco en la sociedad. Y entonces nos unimos. Sabíamos que era una tarea ardua, pero estábamos muy convencidas, muy ilusionadas y nos pusimos el mundo por montera y fundamos la asociación Mararía, no solamente para ser reivindicativas, que había que serlo, sino también para poner nuestro granito de arena, de compromiso, y fundamos a la vez el primer Centro de Información para las mujeres en la isla.
¿Y cómo fue recibida en su momento?
Yo creo que con mucha expectación y también tengo que decir que con bastante malicia, porque la sociedad no solamente está compuesta por mujeres. Y las propias mujeres también pensaban, como algunos hombres, “qué quieren estas feministas locas”, porque la palabra feminista era chocante para la gente, tenía muy mala prensa. Había expectación de “a ver quiénes son éstas y qué quieren”, pero creo que supimos estratégicamente ganarnos a la sociedad de Lanzarote con el compromiso, Diciendo, sí, venimos a exigir lo que nos corresponde, pero también, mientras que no seamos iguales, con nuestro voluntariado, estamos dispuestas a sacar adelante servicios que la instituciones no ponen y que tiene que haber en esta isla como están en el resto de las islas capitalinas

Tristemente, esa imagen del feminismo se mantiene a día de hoy en algunos sectores, y sigue habiendo incluso mujeres que dicen “yo no soy feminista”.
Nosotros en la escuela, lo primero que hacemos en los colectivos de niños y gente joven es aclarar qué es el feminismo, porque es una filosofía que el patriarcado se ha encargado de desprestigiar. Ser feminista no es sino ser democrático o democrática, porque es reclamar la igualdad en derechos y en obligaciones. ¿Por qué no va a querer ser feminista un hombre o una mujer, cuando lo que estás buscando es la igualdad y la democracia? Pero esto ha estado muy manipulado y muy interesadamente marcado por el patriarcado. Interesa que la gente crea que ser feminista es algo extremista, cuando no lo es.
¿Cómo diría que han cambiado y evolucionado la asociación y la propia sociedad lanzaroteña desde aquellos inicios?
Está claro que con los tiempos tienes que evolucionar, porque si no, no hubiéramos sobrevivido. Mararía ha evolucionado con los tiempos y la sociedad también. Cuando salíamos el primer jueves de cada mes o el 25 de noviembre o el 8 de marzo salíamos muy solas, y ahora Lanzarote en su conjunto se moviliza cuando hay una violación múltiple o cuando hay un asesinato escabrosísimo, como hubo en Costa Teguise. Y también cada 8 de marzo para reivindicar la igualdad. No salimos solo las mujeres, sale la sociedad en su conjunto, y creo que eso es importante en esta isla que no es muy dada a grandes manifestaciones. Nosotras nos sentimos una gotita del mar o una esquirlita de la arena de nuestras playas. Hemos puesto María para que eso ocurra y es muy gratificante. Al principio todo era cuesta arriba y teníamos que luchar el doble, pero ahora nos sentimos muy orgullosas porque Lanzarote y Mararía ya son una sola cosa. Y también nos hemos sentido mucho más respaldadas con las leyes que se han ido desarrollando en estos 30 años y con la sociedad también, que ha evolucionado a una participación de las mujeres imparable en todos los ámbitos. Eso también ayuda a nuestros objetivos, pero no va tan rápido ni es tan real como las leyes lo han pintado. Por eso seguimos trabajando, para que sea una igualdad real, aparte de legal.
Con motivo del 30 aniversario, a principios de junio ya celebraron unas jornadas sobre la cultura patriarcal de la agresión machista, el sistema prostitucional y la pornografía. ¿A qué conclusiones llegaron?
La verdad que fueron unas jornadas de un nivel muy alto, por las ponentes y las asociaciones que vinieron a Lanzarote, y llegamos a una conclusión terrible: los niños se inician con 8 años en la pornografía. Esto debería hacernos reflexionar a los padres, profesores y sociedad en su conjunto. La pornografía no puede educar a nuestros hijos sexualmente, porque es el dominio del hombre sobre la mujer, una manera de maltrato y de violencia y los niños no pueden iniciarse en la educación sexual con eso. Sin embargo, eso está ocurriendo, y después nos asustamos de que hay violaciones múltiples con niños pequeños y con jóvenes, pero es lo que aprenden.
El consumo de pornografía entre los jóvenes siempre ha estado ahí, pero con Internet se ha disparado. ¿Cómo se puede evitar que se guíen por esos modelos?
Lo primero de todo es que existen las leyes, por eso también lo tratamos en las Jornadas, y hay que aplicarlas. Y luego está la responsabilidad parental, que podemos estar muy ocupados en nuestra vida y nuestro desarrollo personal, pero adquirimos una responsabilidad cuando tenemos hijos y no podemos darles un instrumento como es un teléfono sin control. Es un arma muy potente de destrucción, no solamente del nivel madurativo de los conceptos que estamos hablando, sino también del desarrollo intelectual de un un niño, que se aísla de los demás. Educar es poner límites y educar es enseñar a utilizar los instrumentos que tienes a tu alcance. Y los valores hay que transmitirlos desde pequeños, no cuando llegan la adolescencia, que además cada vez es más precoz.

Además de las Redes Sociales, la propia influencia de la cultura que están recibiendo, con determinados tipos de música y letras, da la sensación de que también nos está llevando a retroceder, incluso en la imagen que las jóvenes tienen de sí mismas.
Los logros no permanecen, hay que seguir manteniendo y luchando cada avance y cada derecho conquistado todos los días. Cuando trabajas con estos temas a veces te puedes sentir frustrado, porque parece que no vamos hacia adelante, pero sí vamos hacia adelante, lo que pasa que no podemos dejar atrás los resquicios del patriarcado. Por eso hay que trabajarlo con la juventud todos los días, y hay que trabajarlo desde la convicción. Es una lucha titánica que hay que tener, porque hay una industria detrás muy poderosa que lo fomenta. Contra lo que está en la tele o en la radio no se puede ir, lo que hay que hacer es hablar con los chicos y decirles que esto no es lo normal. Hay que ser críticos con las letras, porque te sonará bien cantándolo, pero son agresivas de hombres contra las mujeres. Y luego encima está la leyenda del amor romántico, que sigue haciendo estragos. “Me quiere tanto, que por eso mira hasta con quién hablo”.Volvemos hacia atrás, porque ese dominio lo disfrazamos de un amor romántico que no existe. Si no existe el amor propio, el amor por tus derechos, el amor por ti misma y el respeto a ti misma, lo demás cuelga. Gracias a que hemos luchado, las jóvenes tienen esa igualdad en casa y esos valores democráticos en la escuela, la educación y la sanidad, pero luego cuando vamos a la verbena, tenemos que poner un punto violeta.
¿Cómo están funcionando esos puntos violeta? ¿Es habitual que tengan que atender a jóvenes durante las fiestas?
Las instituciones no creían en este en este recurso cuando se instauró, pero la gente cada vez lo demanda más. Se acercan muchos jóvenes. Nosotros colaboramos con las instituciones, con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y con Protección Civil y hacemos una labor disuasoria para los violentos y también somos un refugio para las chicas y los chicos, porque muchos chicos también se acercan a los puntos violeta a consultar o si se ven acosados por cualquier cosa. Y cuando termina la fiesta hacemos batidas en los aparcamientos, porque la fiesta termina pero el peligro continúa y es incluso mayor, porque hay lugares que son puntos ciegos que hay que cuidar.
¿Pero han llegado a tener que intervenir en alguna situación de violencia?
Sí, es la realidad y no la escondemos. No deberían de existir y ese es el objetivo, pero mientras tanto existen porque cumplen su función.
¿Cuáles diría que han sido los mayores logros de Mararía en estos 30 años de historia?
Difícil. Yo creo que uno de los logros fue crear Mararía, ese es el primero, Y también denominarnos Mararía, porque queríamos ponerle el rostro de esa mujer de la novela que representa a cualquier mujer. Otro logro importante ha sido estar en la vanguardia de los servicios que se iban abriendo en todo en todo nuestro espectro nacional y regional. Aquí en Lanzarote, los centros de información, la casa de acogida para para mujeres que recibían violencia, los pisos tutelados… Todo eso lo inició Mararia, siempre fuimos bandera. Y sobre todo, mezclarnos con la sociedad. Da igual que seas inmigrante, da igual que seas de aquí, que seas mayor, que seas joven, Mararía está para todas y para todos, porque también aceptamos muchos jóvenes y hombres feministas que nos han ayudado a nuestro camino. No podría decir que un acierto es mejor que el otro. Los 10 primeros años fueron encontramos a nosotras mismas y los siguientes de asentamiento contra viento y marea, porque hubo muchas cosas que nos hacían presagiar que íbamos a desaparecer. La economía, la falta de apoyo institucional… Tuvimos que luchar mucho. Y en los últimos años se ha aceptado por parte de todos que somos una herramienta indispensable para que el desarrollo de Lanzarote funcione. Y eso no es un logro de Rosa, es un logro de todas las personas que han pasado en estos 30 años. De aquellas primeras que entendieron el voluntariado como algo indispensable, de aquellas que permanecimos ahí en las duras y en las maduras y de las que se incorporan nuevas ahora, que tienen que recoger el testigo. Porque 30 años son muchos y ya llega el relevo.
¿Se plantea dejar la presidencia?
Yo creo que la vida tiene sus ciclos y hay que vivirlos todos con intensidad y honestidad. Ya llevo 30 años en Mararía y otros 12 que trabajé en igualdad en Tenerife. Mararía seguirá contando conmigo toda la vida y mientras que me quede un aliento daré todo lo mejor que tengo, pero no es lo mismo tener la responsabilidad grandísima que lleva presidir Mararía que ser una más. Me planteo el relevo y creo que ya me empieza a tocar para el próximo año.
De las mujeres que han atendido a través de distintos programas en este tiempo, ¿hay alguna historia personal que le haya marcado especialmente?
Lo que más que me impacta es cuando ayudamos a una madre en situación precaria y de vulnerabilidad, porque también abarca a sus hijos. No puedo hablar de una, porque hay muchas con problemas verdaderamente graves, pero cada vez que encuentro alguna a la que hemos ayudado un poquito es una satisfacción tan grande que es lo que te ayuda a caminar. Puedo hablar de una chica que asistía a clase particular con el móvil encendido para que su pareja viera que estaba dando clase y le decía a su madre: “Amárrame, porque yo tengo que volver con él aunque me pegue, porque necesito ir con él. Ayúdame”. Eso te tiene que marcar, pero conseguimos que saliera de ese círculo de apego que no era amor, que era tóxico, y hoy son felices y tienen una vida tanto esa madre como su hija, que tiene una carrera y es una mujer espectacular.
Al mirar hacia atrás en estos 30 años, ¿qué reflexiones y qué mensaje le gustaría transmitir a la sociedad y a las futuras generaciones?
Creo que las futuras generaciones tienen que aprender el compromiso. Si algo le achaco yo a las generaciones actuales -que es algo que hemos instaurado nosotras también, porque veníamos de la no autoestima, de la mujer al servicio de la sociedad y de la familia-, es esa autoestima que tienen ahora, eso del cuidado personal, pero que lo llevan a un estadio más allá. Hay que tener un cuidado personal, pero hay que tener un compromiso social para que las cosas cambien. Ese es el mensaje que daría a las más jóvenes. Y a las más mayores que han contribuido a que Mararía sea hoy lo que es, desde luego les daría unas gracias profundas, porque creo que un mundo mejor es posible y ellas, con su sacrificio personal, lo han conseguido.
