La cultura tras las luces y los focos
Pese al difícil pasado que atravesó la isla, el arte siempre se ha abierto paso en Lanzarote, con grandes figuras que han marcado nuestra historia. “No sé si es la isla en sí, que transmite esa creatividad”, decía a Mass Cultura un músico local. De hecho, la isla también ha sido inspiración y refugio de artistas consagrados, como el propio José Saramago, con su célebre “Lanzarote no es mi tierra, pero es tierra mía”.
Uno de los momentos de mayor esplendor se vivió gracias a César Manrique y a la creación de El Almacén, como punto de encuentro de la vanguardia artística e intelectual, que justo cumple 50 años. Fue una época dorada de la cultura en Lanzarote, que cinco décadas después sigue teniendo mucho que decir.
Actualmente, el consenso es claro: la isla está atravesando un extraordiario momento cultural, con creadores que brillan en distintas disciplinas. Sin embargo, la falta de financiación sigue siendo un lastre para muchos artistas, asociaciones y empresas culturales. Incluso algunas de las citas más antiguas y consolidadas del calendario, sufren cada año la incertidumbre económica, al no saber con qué recursos van a contar.
Frente a esta realidad, está la de las luces y los focos de los grandes eventos. De la escasez de oferta cultural que tradicionalmente tenía la isla, se ha pasado en los últimos años a una explosión de festivales, ferias y también conciertos -muchas veces gratuitos o a precios muy reducidos-, de artistas nacionales e internacionales, que recalan en la isla gracias a las subvenciones públicas. Y eso, que en sí mismo parece un buen síntoma, puede ser también un arma de doble filo.
No hay duda de que Lanzarote también merece disfrutar de esos eventos, pero no se puede perder de vista el equilibrio. No pueden proliferar las grandes citas a las que se destinan enormes sumas de dinero público -a veces con un dudoso valor cultural-, mientras se escatiman fondos para potenciar la creatividad local, para apoyar a los nuevos talentos o para fomentar otras disciplinas; porque el arte abarca muchas áreas y todas son necesarias. Eso, y no el concierto de un cantante de moda, es lo que realmente dejará un legado y una huella cultural de la isla.
Es cierto que se ha avanzado en ese camino, pero aún es necesario que las instituciones y las empresas reconozcan el valor económico y social de la cultura. Y es que en esto, como en tantas cosas, también sigue vigente en mensaje que nos dejó Manrique: “Tenemos, ahora más que nunca, que luchar para borrar la reinante vulgaridad cotidiana, para afrontar con claridad y calidad una educación que enriquezca a los hombres a través de la cultura y el arte. Un pueblo sin educación está condenado a la ruina”.