“Simplemente hacemos rock, sin etiquetas. Es lo que nos nace y lo que sabemos hacer”
Tres citas programadas, tres citas con el cartel de completo. Así ha arrancado La Recova Rock, que se estrenó el pasado sábado 23 de febrero y terminará el 19 de abril. Las entradas -que hay que reservar por cuestiones de aforo- se agotaron en pocos días para las tres noches de conciertos, confirmando que el rock sigue teniendo un público fiel en la isla.
La única pega que ponen los grupos está en el sistema de reserva: al ser gratuitas, hay gente que descarga sus entradas y después no acude al evento, quitando el lugar a otras personas que sí querían asistir.
No obstante, las vibraciones tras la primera sesión, a cargo de la banda tiñerfeña Antiplancton y del grupo lanzaroteño iMtiMa, son más que positivas. En la siguiente cita, el 15 de marzo, será el turno de los directos de Fajardo y Ajeeb, y el ciclo lo cerrarán el 19 de abril Clavelitos y Dyatlov. En total, tres bandas de Lanzarote y otras tres que llegan desde Gran Canaria y Tenerife, para participar en esta apuesta por el rock organizada por Malpaís Records y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Arrecife.
El fuego lo abrió iMtiMa, una formación de Lanzarote que puso en marcha el guitarrista Jonay Armas junto a Sabrina Garri, teclista de la banda, y al que más tarde se incorporó Gastón. En su haber tienen ya varios reconocimientos, como ganadores de los concurso Honda Rock (Playa Honda) en septiembre 2014, Teguise ShowCase, en abril 2017, y Lala Core (Tenerife) en noviembre 2019.
Ahora afrontan nuevos retos, sin perder de vista de dónde vienen, las dificultades y desafíos del sector y, sobre todo, su pasión por el rock. De todo ello nos habla Jonay, tras abrir el ciclo de La Recova Rock.
Redacción MassCultura
“Mi sueño de jubilación es tener un local y que la gente pueda venir a tocar y a exponer su música”
¿Cómo fue el concierto? ¿Con qué vibraciones salieron de La Recova?
Pues la verdad es que muy bien. A pesar del frío, que esos días bajó la temperatura, vino bastante gente e incluso se quedó gente fuera. Y el público estuvo entregado. No fue un público frío que se queda quieto. Estaba cerquita nuestra y fue súper acogedor. Salimos satisfechos. Y con el trato de la productora también.
Desde luego las entradas -gratuitas, pero con reserva-, estaban agotadas desde hacía días, tanto para este como para los otros dos conciertos previstos…
La verdad es que sí, que la gente está respondiendo. Pero el sistema de reservas es un arma de doble filo, porque al ser gratuito, la gente reservó pero luego algunos no vinieron. Es agridulce la cosa. Vino más gente de la que esperábamos, unas 200 personas más o menos, pero se habían descargado las entradas 300. Creo que la gente lo hace más bien por ansiedad. Por si acaso voy, me lo descargo, y luego ya veré. Eso hizo que otros que querían venir se quedaran fuera. Creo que alguna fórmula habría que inventarse. No sé si poner un precio simbólico, o poner un precio y luego devolverlo a la entrada, o canjearlo por una consumición… Algo que fuera un poco más efectivo.
¿Cómo cree que suele responder el público a estos eventos? ¿Es Lanzarote una isla rockera?
Los tiempos cambian y la música también. Digamos que ya el formato de bajo, batería y guitarra o teclado en una banda, no sé hasta qué punto interesa. Pero si luego nos vamos a festivales como Sonidos Líquidos o Arrecife en Vivo, al final los formatos son más o menos los mismos, pero más grandes, y eso siempre está lleno. No sé si es el atractivo del sitio, del nombre del festival en sí, de salir por todo Arrecife, o de que a la gente de verdad le importa esa música. Hay dos cañas ahí que no sabría decir exactamente, pero público hay. Todo mi gremio, todos mis colegas, oyen rock, pero es verdad que a la hora de moverse, alguno es más gandul que otro. Es lo que hay.
¿Y notan si se está incorporando gente joven al público?
Público joven hay poco o nada, prácticamente. Pero quiero creer que sí hay un relevo generacional. Mi ahijado toca la batería, el piano, la guitarra… Tiene 7 años y vino al concierto con su padre. Le gusta todo. Está la escuela de Toñín vigente, con todos los pibes aprendiendo. También hay una banda dos generaciones más joven que la nuestra, pibes de 20 años, que tocan bien, con temas propios. Me gustaría creer que sí que hay relevo, pero es verdad que la mayor parte de las bandas que están aquí son gente de treintayalgo para arriba.
Una queja común en los grupos lanzaroteños, en particular de rock, es la falta de locales para actuar. ¿Por qué cree que no surgen iniciativas para abrir este tipo de negocios?
Yo estoy loco con eso. Es mi pensamiento de jubilación: tener un local en mis últimos años de trabajo y explotarlo de una manera cultural, para que la gente pueda venir a tocar y a exponer su música. Lo que hace falta es que algún empresario que le guste este tipo de música, tenga las ganas de poner un local o varios locales con un circuito de rock. Porque la gente es emprendedora, abre su local, pero luego sus gustos musicales son distintos a los nuestros. Pone música de pachanga o de disco, porque lo que quiere es vender y ya está. En su día sí que hubo. Estuvo el Bunker, el Tsunami de toda la vida… El último fue La Grulla, que cerró, y ya con ese se cerraron todas las puertas. Yo he estado incluso mirando con varias personas de alquilarnos una nave y hacer conciertos, como hacen en Las Palmas. Allí hay dos naves, dos locales de oficinas en una zona industrial, donde hacen conciertos. Pones un grifo de cerveza para recuperar algo de dinero y, aunque al final sales perdiendo siempre, lo haces por amor al arte, nunca mejor dicho.
Supongo que no es fácil mantenerse en este sector, y más en una isla. ¿Llegan a perder dinero por ese amor al rock?
Nosotros por pérdidas nunca hemos tocado, directamente. Pero sí es muy complicado mantenerse. Tienes que ser tú el que toques todas las puertas y a veces ni siquiera te responden. Y en una isla es más difícil. Todo el mundo sabe que las bandas de los 90 cogían una furgoneta y se giraban por ahí. No es lo mismo estar en Península con tu furgoneta y hacerte tu ruta, que desde aquí comprarte pasajes. Algunos te los subvencionan, pero a veces lo tienes que adelantar tú. Y tienes pagar si tienes sobrecarga de equipaje, y cuando llegas allí la batería no es la que es, no tienes soporte del teclado… Estando en Península, si estás en Barcelona y te quieres ir a Madrid, si tienes una furgoneta cargas todo lo tuyo, todo tu equipo, llegas al local, montas, tocas y te haces dos fechas a lo mejor en Madrid. Es más fácil. Viviendo aquí no es imposible, porque ya lo hemos hecho, pero hay que empujar un poquito más. Pero ahora estamos más tranquilos los tres. No tengo el ansia que tenía antes. Cada uno tiene su trabajo, y luego disfrutamos y componemos cuando nos viene la inspiración.
Sin embargo, sí hay un elevado número de grupos de rock en la isla. ¿Quizá más que en otros lados en relación a la población?
Para los habitantes que hay, Lanzarote es una explosión de arte. El que no hace una cosa, hace otra. Quien no dibuja es deportista, quien no tiene un grupo musical o es músico, pinta, hace cerámica, es tatuador, pincha música… No sé si es la isla en sí, que te transmite esa sensación, o las personas que residen aquí. Pero bandas de rock, creo que cada vez hay menos. Hace unos siete u ocho años yo creo que había más.
Otra constante en los grupos de la isla son los cambios en sus componentes, con músicos que pasan de unas bandas a otras. iMtiMa también vivió eso en sus inicios, ¿no?
Eso es lo que pasa por vivir en una isla. Al final los músicos son los que son. La gente nueva a lo mejor no se da a conocer o tú no la conoces o no están en el gremio, y no sabes quién puede encajar. Nosotros empezamos siendo cinco personas. Para encontrar un bajista estuvimos un montón de tiempo, y batería igual. Teníamos un batería compartido con Cadáver Depot, que es Rafa Pacheco, y otro guitarra y un bajista. Al final la formación se ha creado así, somos tres componentes casi sin querer. Se fue yendo el bajista y pillamos un sintetizador con graves, para poder hacer las líneas de bajos. Pero se fue otro guitarra, que hacía bastantes arreglos muy guapos, y decidimos empezar de cero, porque ya era imposible reproducir con una guitarra todo. Entonces encontramos a Gastón, que yo la había visto tocando. Le propusimos la idea, se vino con nosotros y desde que vino él, despegamos. Tocamos en el Teguise ShowCase, empezamos de cero a componer, con algunos temas que tenía yo guardados, grabamos el primer disco y a partir olvidarnos de todo lo anterior.
En su caso, ¿cuándo empezó a dedicarse a la música? ¿Hubo algo antes de iMtiMa?
Yo empecé tocando la batería con 20 o 21 años, con una banda de versiones en Lanzarote que se llamaba The Dirty Rock. Luego me mandaron para Tenerife a trabajar y conocí a Sabri, que es la teclista del grupo y mi mujer. Ella es italiana, se iba a volver a su país y me fui para allá con ella. En Roma una banda estaba buscando bajista. Yo no era bajista, era batería. Tocaba el bajo y la guitarra un poquito, poca cosa, pero hice las audiciones y se quedaron conmigo. Estuve dos años tocando con ellos e incluso vinimos a tocar Lanzarote, al Tsunami. El último concierto en el Tsunami lo dimos nosotros. Después allá en Roma estuve componiendo temas, solo con la guitarra acústica, y la idea era venir a Lanzarote y buscar unos músicos y formar una banda aquí.
¿Y así surgió esta banda?
Cuando llegué en 2012, lo que hice fue grabar una maqueta yo solo, con todos los temas. La grabé tocando todos los instrumentos con un compañero en un estudio, para presentar algunas canciones a los músicos a los que quería “fichar”. Desde 2013 que había terminado de grabar esa maquetilla, hasta el 2017 que entró Gastón, imagínate los cambios. E hicimos conciertos con 5 componentes también, pero fue una lucha constante. Me lo pasé bien, pero no estábamos asentados. Era todo muy efímero. Los temas estaban, existen, tocábamos en directo, pero no remábamos todos en la misma dirección. Y cuando entró Gastón, fue todos hacia lo mismo. Todos al mismo son.
Tras ese primer disco de 2017, estuvieron trabajando en otro. ¿Va a ver la luz?
Teníamos ahí temas para grabar, pero vino la pandemia y se estropeó todo. Después hemos compuesto más temas y como el que más te gusta siempre es el último, decidimos esperar un poquito, a ver si salía otra inspiración y grabábamos un disco todo en la misma onda. Porque en lo que teníamos para grabar, hay temas diferentes unos de otros. Digamos que había cuatro o cinco de una manera y otros tres de otra. Ahora ya tenemos 15 canciones y está todo más empastado. Veremos si las grabamos todas o no, o si grabamos todas y luego sacamos las que nos parezcan mejores, pero es uno de los proyectos que tenemos en mente. Teníamos ya fechas para grabar pero hubo problemas con el estudio y ahora estamos esperando a que resurja un poco y creo que en breve ya nos toca. Espero que sea a mitad de este año.
¿Va a haber mucho cambio en el estilo?
Un cambio radical, no. Quizá los temas no sean tan alegres como en el primer disco, sino un poco más oscuros, un poco más instrumentales también… No tanta letra. Más instrumentales, más psicodélicos o ambientales, de alguna manera.
Para alguien que no haya escuchado nunca un directo suyo, ¿cómo se definirían?
Eso lo tendrán que decir ellos. Nosotros no nos definimos de ninguna manera ni ponemos etiquetas. Hacemos rock, simplemente. Es la música que nos sale. Que a cada uno le llegue la música que hacemos de la manera que le llegue, les guste o no, pero no podemos hacer otra cosa. Es lo que nos nace y lo que sabemos hacer.
¿Pero no se sienten identificados con algún estilo dentro del género rock?
Stoner, un poco de grunge… Solemos escuchar ese tipo de música, pero básicamente todo es rock.
Si tuviera que quedarse con tres grupos de la historia del rock, ¿cuáles serían?
El primero, sin duda, es Queens of the Stone Age. Otra banda que me gusta mucho, también americana, es N.I.N. Y la tercera sería una de las que más me inspiran: Verdena, una banda italiana. Son un trío también y es un rollo musical un poco Nirvana, pero tienen más melodía, tienen otra onda. Tienen piano, sintetizadores… Y la verdad es que cuando los escucho, me vienen inspiraciones bastante fuertes. Me quedaría con esos tres. Son tres bandas que están vigentes y operativas ahora mismo.
¿Y de Lanzarote?
Que me guste a mí, hay una banda que está pegando muy fuerte que es Ajeeb, que también está en el circuito. Me veo más reflejado en ellos, más hermanado con la música que hacemos nosotros, que con otras bandas de la isla que hacen punk, metal… También Sickmen, que hace stoner. Y luego estaban tres bandas de los años 90 que me gustaban también, que son Galiot, Metalmorfosis y Blackened.
¿Qué siente un rockero al escuchar la música mayoritaria que triunfa hoy?
A mí me da un poco de pena, pero también te tienes que adaptar a lo que hay. Seguramente, cuando nuestros padres escuchaban la música que escuchábamos nosotros, dirían lo mismo que voy a decir yo ahora, esto es generacional. Y estos chicos que escuchan hoy rap o reguetón o lo que fuese, dentro de 20 o 30 años, cuando escuchen a la nueva generación, dirán lo mismo. Que cada uno escuche lo que sea, lo que quiera, que la disfrute, que para eso están las plataformas hoy en día. Puedes comprar música y escuchar en tu casa lo que te dé la gana, en el momento que te dé la gana. Ya cada uno…
¿Pero es capaz de ir a un bar donde pinchan ese tipo de música?
No, irme a un bar no soy capaz, no. ¿Que me puedo adaptar a un Carnaval y hay pachanga y no pretendo que pongan rock? Pues sí. ¿Que luego en esa fiesta hay un chiringuito con rock y me quiero acercar ahí y estoy toda la noche? Pues también, mejor. Pero no te vas a ir a un carnaval y decirle al del escenario que te toque rock. Hay que saber un poco también adaptarse a lo que hay. Y estamos en Canarias y la panchanga está ahí, como en la mayoría de España.
¿Y alguna vez ha llegado a bailar una canción del verano?
¡Siií! ¡Claro! Cada verano se baila. Es lo que toca. Cuando estás de fiesta, el ganado para donde vaya.
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