‘Lo imposible’ por Alex Salebe
La película, de 2012, de Juan Antonio Bayona, una de las más taquilleras del cine español, nos acercó a la dimensión de una de las catástrofes naturales más terribles y con mayor poder destructivo de las últimas décadas, el tsunami que sacudió a Tailandia en 2004, narrada por Bayona a través de la historia de una familia que pasaba vacaciones navideñas en la costa asiática, y aunque sobrevivió, quedó envuelta y marcada por el horror. El tsunami dejó más de 200 mil muertos y daños medioambientales y materiales irreparables en catorce países.
Los efectos del cambio climático acaban de sacudir con virulencia el sur y este de España con más de 200 muertos, que sepamos, y decenas de personas desaparecidas con pocas esperanzas de vida. La cifra oficial de fallecidos puede multiplicarse.
Los destrozos por lluvias torrenciales y desbordamientos provocados por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) dejan desolación y emergencias sobre todo en la Comunidad Valenciana, Castilla – La Mancha y Andalucía. Con el paso de las horas siguen saliendo datos oficiales de actualización del número de víctimas y poblaciones afectadas sin servicios esenciales. Todavía es pronto para cuantificar los daños materiales de vecinos, vecinas, empresas e infraestructuras públicas como carreteras, puentes o redes de servicios públicos.
Los desastres naturales nos dejan una cruda reflexión sobre la pérdida inexplicable de seres humanos, en algunos casos muertes evitables, sin poder alcanzar a imaginar la situación de quienes perdieron familiares, allegados o amigos. A partir de un hecho absolutamente real, Bayona escenifica en ‘Lo imposible’ la lucha descarnada por la supervivencia y la lucha de una familia para evitar la ruptura de estrechísimos lazos afectivos.
Los desastres naturales nos dejan una reflexión más sobre la transformación de un plumazo de vastos territorios con la impresión de que no tendremos años de vida para ver su recuperación. Los desmanes urbanísticos y el afán especulativo llevan a construir en zonas potencialmente riesgosas. Solo nos acordamos de esta materia cuando pasa lo que pasa.
Si duele la muerte de seres humanos por los embates de la maltratada naturaleza, cómo no van a doler las muertes por acciones guerreristas del hombre festejadas por el hombre y sufridas por el hombre. En Gaza van más de 42 mil civiles muertos y la destrucción casi que irreparable de Palestina.
Los desastres naturales nos dejan una reflexión sobre la atención que merece la ciencia y la necesidad de invertir más en investigación, que es invertir en prevención. Nos avisan del peligro de atender discursos negacionistas y teorías de la conspiración como los que abundan en España, nos avisa que no podemos encomendar todo a Dios ni a las voluntades de seres humanos que se creen dioses.
Los desastres naturales terminan de desenmascarar a políticos ruines como el “señor” Feijóo, presidente del Partido Popular (PP), que tuvo la jeta de plantarse en la zona del desastre frente a las cámaras para criticar al Gobierno de España, en un momento y lugar donde no procedía, con la población aturdida y los servicios de emergencias salvando vidas, sacando muertos y buscando desaparecidos, con el propósito de sacar rédito electoral a la calamidad, obviando deliberadamente que su compañero de partido y presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, desoyó los primeros avisos de riesgo por la DANA lanzados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), y obviando también que la misma Comunidad gobernada por su partido había desmantelado la Unidad Militar de Emergencias de Valencia.
Ya con sorna, rabia e impotencia, las reacciones ciudadanas no se hicieron esperar exigiendo a Feijóo que solicitara a su amigo narcotraficante, Marcial Dorado, poner sus embarcaciones delictivas a disposición de la emergencia.
Los desastres naturales también retratan a los medios de comunicación que van a informar con seriedad, rigor y respeto y a quienes van a meterse en el barro solo a posturear, fingir empatía o quienes son cómplices de las fake news. Un programa de Telecinco alcanzó a difundir un vídeo presentado como muestra del desastre actual y resulta que las imágenes eran de un temporal del año pasado en Zaragoza. Parece una comedia de Eddie Murphy, pero el programa del patinazo se llama ‘La mirada crítica’.
Los desastres naturales en “el primer mundo” invitan a mirar y consultar experiencias de países de otras regiones que sufren todos los años fenómenos meteorológicos adversos como la temporada de huracanes en el Caribe. Puerto Rico y Cuba minimizan el impacto de las tragedias con menos recursos a cambio de mucha mayor atención, prevención, seguimiento y coordinación, y eso que Cuba es objeto desde el año 62 de un embargo económico criminal por parte de Estados Unidos, embargo que la Asamblea de Naciones Unidas volvió a rechazar este 30 de octubre, pidiendo el fin de esta imposición unilateral. No tengamos vergüenza en pedir ayuda que una brigada de salud cubana de cuarenta profesionales salvó vidas durante el covid en Italia.
Y mientras los negacionistas mantienen sus campañas mediáticas, incluyendo partidos de derecha ultra y sectores de derecha, Naciones Unidas volvió esta semana a advertir, a través de un informe científico, del aumento inminente de la pobreza por las guerras y el cambio climático, poniendo el foco en veintidós países, especialmente en Palestina, Sudán, Sudán del Sur, Mali y Haití, este último todavía en estado de shock después del huracán de octubre de 2016, con más de 800 muertos.
El documento explica que la propagación de los conflictos, especialmente en Medio Oriente, los eventos climáticos extremos y la pobreza dejan a millones de personas al borde del abismo. Considera que el fenómeno meteorológico de La Niña podría afectar el clima hasta marzo de 2025, amenazando los frágiles sistemas alimentarios en regiones que ya son vulnerables. “La Niña podría alterar los patrones de lluvia en numerosos puntos críticos de hambre y aumentaría el riesgo de inundaciones”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que tiene una base logística en Las Palmas de Gran Canaria para su trabajo humanitario en África, instan a los líderes mundiales a priorizar la resolución de conflictos, el apoyo económico y las medidas de adaptación al cambio climático para proteger a las poblaciones más vulnerables.
El final medianamente feliz del film de Bayona no lo puede garantizar nadie y menos si hay inacción. Pasan los días y quienes trabajan sobre el terreno en Valencia tienen la certeza de que van a necesitar más forenses que médicos para la atención en urgencias.
Alex Salebe Rodríguez